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El sorteo del Niño

Los vecinos de Gallarta, reacios a hablar de los millones que les han correspondido

Se podría pensar que el tercer premio de "El Niño", que correspondió ayer al número 31.195, vendido íntegramente en Gallarta, y que repartió 2.500 millones de pesetas en la pequeña localidad, debería haber desatado la alegría entre una buena parte de los 4.000 vecinos de la citada población minera vizcaína. Sin embargo, parece que a estas gentes, a las que un día las minas arrebataron su pueblo y les obligaron a construirse otro, algo les hecho inexpresivos. No obstante, no parece que desdeñen la suerte, ya que se colocaron bajo la protección de San Pancracio para conseguir este premio, y el santo no les ha decepcionado.

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Porque muy pocos de los vecinos a los que al mediodía de ayer se veía en las calles del pueblo, entre el trasiego de periodistas y agentes financieros, una vez cantado el premio, confesaban que habían comprado el número premiado y, mucho menos, traducían su suerte en pesetas. En contrate, María Teresa Isasi, parecía la mujer más afortunada, aunque no se cansaba de repetir que "no me ha tocado nada porque no me quedé con ninguno de los números premiados". María Teresa Isasi es la lotera que desde su despacho, abierto hace seis meses en la avenida del Minero, repartió la suerte que, según sus impresiones, se ha repartido mucho por el pueblo, salvo un pellizco de millones que salió de Gallarta hacia el barrio bilbaino de San Ignacio, a través de uno de los dos vendedores que distribuyen su lotería en la calle.La lotera sale y entra en su establecimiento y se fotografía con vecinos que van llegando -todos los cuales dicen que no les ha tocado nada o muy poco- y enseña, por fin, la muestra del conjuro que ha invocado a la suerte: junto a la estatuilla de San Pancracio que preside su despacho hay un exhuberante ramo de perejil que han ido conformando los vecinos "desde que vimos por televisión que había llevado la suerte a una administración de Madrid en el sorteo de Navidad".

Un interino con suerte

El premio, por lo que parece, está repartido entre familias y establecimientos. En una sucursal del banco de Vizcaya contingua al puesto de lotería ha favorecido a los cinco empleados con diversas cantidades. "Entre uno y cinco millones", responden ellos lacónicamente, a la vez que parecen convencidos de que deben su suerte a un empleado que está supliendo a un compañero y que comenta: "Parece que llevo la estrella de la suerte conmigo, porque el año pasado, que estuve de suplente en la sucursal de Cruces (Baracaldo), también les tocó la lotería, aunque a mí, como en aquella ocasión, no me ha correspondido nada".

A Pedro Rodríguez, un fontanero domiciliado en Santurce, le es difícil negar que le ha favorecido la suerte, porque el billete que ingresa en la citada entidad bancaria le delata: 2.000 pesetas del 31.195, o sea, cinco millones. "Un poco de calderilla -comenta el fontanero-, aunque no vendrá mal para tapar algún agujero, ya que en eso los de nuestra profesión somos especialistas". En la calle, la hija del director de la sucursal, María Benito, de nueve años, pregona que .a mi papá le han tocado tres millones". De momento, no le pide nada a su padre, pero sí espera que "me traigan los Reyes unas botas camperas y unos pendientes para mí y una moto para mi hermano".

El dueño del bar "Gallarta" es otro de los afortunados, pero continúa imperturbable con su trabajo en la barra, cobrando ocho pesetas por blanco. En la cocina, su hija confirma que, efectivamente, le han tocado unos pocos millones. Acaba de comunicárselo a su madre, que trabaja como cocinera en "Agruminsa", la única empresa minera que se explota hoy en Gallarta, el pueblo donde nació Dolores Ibárruri, "La Pasionaria".

De Raimundo Santos, el carbonero del pueblo, dice todo el mundo que le habrán correspondido unos 20 millones, aunque repartió una parte entre su clientela, pero él no suelta prenda. "Esto de la lotería es muy íntimo", comenta evasivo, mientras echa la persiana de la carbonería.

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