Dificultades para la negociación global
Por si no fueran pocas las dificultades clásicas en cualquier negociación sobre aspectos laborales y salariales entre empresarios y trabajadores, la reciente decisión del Gobierno de remitir a las Cortes Generales un proyecto de ley por el que se reduce a cuarenta horas la jornada semanal, se amplía hasta un mínimo de treinta días las vacaciones para todos los niveles de personal y se reduce hasta los sesenta y cuatro años la edad de jubilación ha venido a añadir leña al fuego o se ha convertido, por lo menos, en un punto de apoyo para endurecer las posturas de la patronal CEOE.Cierto que este conjunto de medidas laborales estaba incluido en el programa electoral del PSOE, como lo estaba igualmente la oferta de mantener el poder adquisitivo de los salarios. Pero verdad es también que la rapidez con la que el Gobierno adoptó el acuerdo en Consejo de Ministros ha venido a introducir un cierto grado de beligerancia que añade un elemento más de desasosiego, cuando no de conflictividad, en unas negociaciones ya de por sí suficientemente dificultosas.(...)
Sobre esta base, no es de extrañar que las primeras reacciones empresariales hayan sido las de reducir prácticamente a la mitad su oferta de elevación de salarios para 1983 y la de poner mayor énfasis en que el cálculo de las revisiones se haga sobre el salario-hora como fórmula de absorber las reducciones de jornada.
Como el compromiso gubernamental de mantener el poder adquisitivo de los salarios no se ha querido o no se ha sabido ligar al mayor tiempo libre como contrapartida para la negociación salarial, y como, al mismo tiempo, los sindicatos consideran innegociable el salario-hora como base para los incrementos salariales, lo que ha ocurrido es que los empresarios aparecen en la mesa de negociaciones con un hándicap impuesto por el Gobierno que los convierte en los malos de la película, mientras los representantes sindicales no hacen sino partir de unas ventajas gratuitamente adquiridas por concesión del Gobierno... con cargo a los bolsillos de los empresarios. El Gobierno no va a intervenir en la negociación, pero, evidentemente, ha desequilibrado peligrosamente la balanza. Ahora, a ver qué pasa.
30 de diciembre
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