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Planteamientos radicalmente enfrentados entre israelíes y libaneses en el primer día de negociaciones

Dos planteamientos radicalmente opuestos caracterizaron ayer la sesión inaugural de las conversaciones entre Israel y Líbano, bajo la observación de una delegación norteamericana, que comenzaron en un hotel de la localidad costera libanesa de Jalde, a doce kilómetros al sur de Beirut. Para los israelíes, el objetivo es conseguir un acuerdo de paz duradero con el Estado vecino, mientras que Líbano considera previa a cualquier acuerdo la retirada de las tropas israelíes de su territorio, a invadido por éstas el pasado 6 de junio. Las perspectivas de lograr resultados en estas conversaciones eran ayer muy restringidas.

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La reunión comenzó entrada la mañana de ayer con la presencia de las tres delegaciones, libanesa, israelí (ambas mixtas, cívico-militares) y norteamericana, en una sesión abierta, seguida luego por otra a puerta cerrada que culminó al finalizar la mañana.La delegación libanesa, compuesta por ocho miembros, entre civiles y militares, estaba encabezada por Antoine Fattale, ex director general de un departamento del Ministerio de Asuntos Exteriores de Líbano.

David Kiinche, de 52 años, hebreo de origen británico, ex miembro de los servicios secretos israelíes, Mossad, y ex combatiente de grupo armado terrorista Hagana, que antes de la independencia israelí luchó contra británicos y árabes, iba al frente de la delegación de Israel, de la que forma parte un general retirado, Abrabam Tamir.

Por parte de Estados Unidos, que asiste a las conversaciones en calidad de observador, asistió Morris Drapper, secretario de Estado Adjunto para Asuntos de Oriente Próximo y mano derecha del mediador presidencial estadounidense para la zona, Philip Habib.

El escenario fue la planta segunda del hotel Lebanon Beach de Jalde, un edificio de siete plantes que, pese a hallarse enclavado en una zona donde los combates prosiguen casi ininterrumpidamente desde el pasado mes de junio, permanece curiosamente intacto.

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Rompió elfuego la delegación libanesa, por boca de su portavoz, el diplomático Fattale, quien señaló que el marco adecuado para situar las negociaciones ha de ser la Convención de Armisticio suscrita por israelíes y libaneses en 1949.

Fattale agregó que la condición previa a cualquier desarrollo posterior de estas conversaciones ha de ser "la retirada completa de todas las tropas extranjeras que se encuentran en territorio libanés". Según el representante libanés, "el primer objetivo de Líbano es la recuperación de su soberanía territorial y de su autoridad en todo el país".

Razones del desacuerdo

Al respecto, los observadores destacan que la presencia militar israelí llegó a ser de 120.000 soldados desplegados por el territorio líbanés y que en la actualidad se cifran los efectivos israelíes en Líbano en unos 40.000 hombres.

En base a ello, Antoine Fattale exigió la retirada de todas las fuerzas no libanesas, "según un calendario específico y acelerado", que las actuales conversaciones se encargarían de detallar.

Acto seguido tomó la palabra David Kiinche, el representante israelí, que colocó al frente de los objetivos de su país la consecución de un restablecimiento o normalización de las relaciones entre Israel y Líbano, "como paso previo hacia un acuerdo de pacificación global", a suscribir a medio plazo.

Aquí reside la base de la confrontación abierta entre ambas delegaciones. Si bien Israel se muestra enormemente interesado en lograr una paz por separado con Líbano, según destacan todos los observadores, los representantes del Gobierno de Beirut no quieren avenirse al menos aparentemente a esta iniciativa, por cuanto que ello supondría, en el plano externo, la enajenación de algunas amistades de Gobiernos árabes y, en el plano interior, el debilitamiento de sus bazas negociadoras frente a Israel, a la hora de conseguir previamente la retirada de las tropas israelíes de su territorio.

Kimche salpicó su intervención de citas esperanzadas hacia "un futuro de buena vecindad", y se mostró partidario de "entablar un nuevo tipo de relación que supere la situación anterior". David Kimche fue muy explícito y señaló que la Convención de Armisticio líbano-israelí de 1949, reivindicada por Antoine Fattale como marco idóneo de las actuales conversaciones, "quedó invalidada de modo rotundo al haber suscrito el Gobierno libanés los Acuerdos de El Cairo, en 1967".

Según estos acuerdos, Líbano otorgó libertad de movimientos a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en el Sur de su territorio, desde el cual se realizaban iniciativas de hostigamiento contra Israel por parte de cornandos, según denuncian las autoridades israelíes.

Oportunidad histórica

Morris Drapper, adjunto a la Secretaría de Estado norteamericana, destacó que las actuales circunstancias brindan "una oportunidad histórica para conseguir un futuro de paz en Oriente Próximo", pero dado el nivel de confrontación implícito en las intervenciones de los jefes de las delegaciones libanesa e israelí, sus palabras no despertaron grandes expectativas de que las conversaciones vayan a culmínar con éxito.

Pese a la irreductibilidad de las posiciones exhibidas ayer por ambas delegaciones, un portavoz oficial israelí desmintió la información difundida por la radio de su país según la cual es propósito del Gobierno de Tel Aviv "congelar las conversaciones" a tenor del desacuerdo inicial evidente ayer. El portavoz rechazó categóricamente tal información y, si bien destacó las dificultades iniciales, subrayó que las negociaciones no han hecho sino comenzar.

Es de destacar el hecho de que la confrontación de ayer se produce en una fase inicial de las negociaciones en la cual se dan los últimos retoques a un boceto de orden del día para las conversaciones, lo cual supone, según algunos observadores, un aspecto incluso positivo para su desarrollo si ello implica que las distinciones queden claras y los niveles de acuerdo se van logrando a partir de ahora.

Las negociaciones proseguirán el jueves en la localidad de Kyriat Shmona, situada en la Galilea israelí que hace frontera con Líbano, situada a unos cien kilómetros de Jalde.

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