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La aventura de ver cine en Navidades

Se pasan la vida diciendo que el público no va al cine porque prefiere las películas de la televisión. No es verdad, puesto que los cines también se llenan. Lo que les ocurre es que no quieren saber que la comodidad de sus locales, la estructura de sus horarios y las condiciones de sus proyecciones no compensan a veces el interés de lo que ofrecen. Han quitado de cartel películas de éxito -La Colmena, por ejemplo- pensando que aún podían obtener más beneficios con otras; no ha sido verdad y es posible que así aprendan.En televisión se conocen numerosas películas, generalmente excelentes, que aportan un entusiasmo al espectador por ver más y más cine, que beneficia a todos, en primer lugar a los que protestan tanto.

Se puede ver My fair lady, en versión de los estudios de Hollywood y apreciar luego la versión teatral española. El público lo ve todo como ya han demostrado las reposiciones cinematográficas de películas exhibidas previamente en televisión. Los espectadores sólo rechazan lo que está realmente mal o aquello de lo que no se encuentran bien informados.

Películas en la pequeña pantalla

Gracias a las películas emitidas en la pequeña pantalla hay ahora más espectadores interesados en revisar el viejo Fellini -Giulietta de los espíritus- el primer Kubrick -Lolita- o interesarse ya por las anunciadas Retorno al pasado -Jacques Tourneur- y Duelo al sol, esta última de Kim Vidor, de quien se ha visto un pequeño y excelente ciclo y de quien se anuncia hoy, como colofón, Stella Dallas.

A nadie puede importarle encontrar en su casa a las diez de la mañana Muchas gracias mister Scrooge, musical inglés de 1970 que tiene al menos la posibilidad de recordarnos que el cine existe y nos reclama. No hay incompatibilidad con las horas, sino escasa imaginación en quienes solicitan que salgamos del hogar.

Incluso nos podemos sorprender abandonándolo para arriesgarnos a un espectáculo público cuando tan tímida ha sido la invitación que nos han hecho. No estamos ya en la época en la que ir al cine formaba parte de las inevitables costumbres sociales; ahora se elige más, aunque no siempre mejor.

De cualquier forma, y con independencia de los reclamos televisivos, es fundamental conocer las películas que han marcado la historia cinematográfica del año. En definitiva, el cine de hoy, mal que bien, nos habla de nuestro presente, y las películas de televisión nos remiten por lo general a épocas muchas veces muertas.

Missing, La noche de San Lorenzo, Yol, E. T. el extraterrestre, Victor o Victoria, Demonios en el jardín, Nacional III, La buena boda siguen siendo títulos fundamentales aunque no correspondan al teórico espíritu festivo de los días de la Navidad que televisión sí respeta con mayor sentido conservador. En locales comerciales, incluso pueden verse aquellos filmes que no tendrán acceso al televisor hasta bien pasadas las futuras décadas. Por ejemplo, y por citar solo títulos de reciente estreno, se puede señalar la existencia de Ya no soy virgen, ¡olé!, ya no soy virgen, La orgía de las niñas cachondas y La seta ibérica, que se anuncia como el primer porno español.

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