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La disciplina y la fuerza son la base del régimen de Jaruzelski

El régimen del general Wojciech Jaruzelski ha demostrado, en una semana, que son la fuerza y la disciplina la base con la que cuenta para conseguir una normalización total y la restauración en Polonia de un sistema comunista clásico.

Ni los llamamientos de la Iglesia, en nombre de los derechos humanos, ni los de Lech Walesa, en nombre del acuerdo nacional, recibieron la menor respuesta. Los acontecimientos de Gdansk, así como el voto en el Parlamento (Sejin), el pasado sábado, en favor de las leyes para el período llamado estado de guerra suspendido, ilustran el tono del discurso de Jaruzelski el 12 de diciembre, al recordar que "la guerra no ha acabado". La actitud de los últimos días hacia Walesa confirma la línea adoptada por el dirigente polaco: "`No habrá un segundo asalto. Quienes piensan que pueden volver a sembrar el desorden, que no se hagan ilusiones".

La población de Gdansk ha podido constatar que Walesa puede hacer bien poco. En su conferencia de Prensa, el líder obrero repitió de nuevo su compromiso con las soluciones pacíficas y quiso mantener el ánimo en los simpatizantes de Solidaridad diciéndoles que no todo estaba perdido.

En cuanto a los clandestinos, a quienes Walesa aún no ha rechazado, su futuro es la renuncia a su actividad o la cárcel. Los detenidos, unos 3.500, no pueden esperar más que el perdón después de un arrepentimiento.

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