Homenaje a un gran director
El gran director ruso, que fuera primer titular de la Sinfónica de RTVE, deja la dirección de orquesta cuando tan sólo ha cumplido setenta años.Las razones de esa retirada han sido explicadas por Markevitch en estas y otras muchas páginas a través de declaraciones y entrevistas. No hay que comentar, entonces, sino el -por ahora- definitivo adiós de Markevitch a Madrid.
Quiso Markevitch -tal y como hizo en el décimo aniversario de la orquesta- repetir el programa de presentación, interpretado en el teatro de la Zarauela el 27 de mayo de 1965. En él pudieron calibrarse aquel día, de un lado, las características de una personalidad fuertemente individualizada, como es la de Markevitch; de otro, las posibilidades de una orquesta recién nacida y en la que muchos no creían entonces hasta el extremo de oponerse a su misma existencia.
Prokofiev, Falla, Wagner y Beethoven
Orquesta Sinfónica de R TVE. Dirección: Igor Markevitch. Teatro Real, 11 y 12 de diciembre.
La difícil y agil Sinfonía clásica, de prokofiev; el Preludio y la muerte de Isolda, que Markevitch dinamiza hasta la máxima excitación, y El sombrero de tres picos, de nuestro Falla, tan acertado en las dos primeras danzas como discutible en la jota, dieron paso a la Quinta sonfonía, de Beethoven.
Es bien sabido que, desde hace años, Markevitch se ocupa en la edición enciclopédica de las sinfonías beethovenianas, a las que aplica su rigor de investigador y su experiencia de intérpretes: desde uno y otra, Markevitch busca "el impulso y desarrollo de la acción musical" y, por decirlo con sus palabras, "la evolución y las metamorfosis de los elementos temáticos que evidencian el acto estético en sí mismo, creador y generador de organismos".
El análisis de Markevitch sobre las sinfonías de Beethoven ha de dar con "el dinamismo interno en sus menores detalles". Estas breves citas aumentan su valor al recordarlas después de oír la Quinta, de Markevitch, y, muy especialmente, con el recuerdo y la impresión del primer tiempo muy presentes.
El adiós de Markevitch mudó el concierto en acto de adhesión, del que es preciso dar testimonio por cuantos valores encierra: adhesión de la orquesta, el coro y el público; adhesión a un trabajo de cuyos frutos se benefició la Sinfónica de RTVE.
A la hora de definir sus perfiles, adhesión a una carrera y una significación muy precisas y, en fin, adhesión a una inteligencia fuera de lo común. Markevitch y España se han entendido bien desde los días, tan lejanos, de aquella sorprendente Patética en el Monumental, al frente de la orquesta Arbós, hasta ayer mismo.
Markevitch atendió nuestra música en sus grandes nombres -Manuel de Falla, Granados, Albéniz, Soler, Victoria-, contribuyó a desenterrar páginas de Ferrer y Pedrell, estuvo con gran entusiasmo al lado de sus compañeros de generación y de París, Federico Mompotí y Ernesto Halffter, cedió a la tentación de la zarzuela, en la que encontró valores positivos y duraderos, y, hay que decirlo a la ahora de este flash, se desinteresó por los compositores españoles más jóvenes, a partir de los que ya han cumplido los cincuenta. Es un saldo en contra, al lado de tantos otros a favor.
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