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Reportaje:

Unos servicios muy poco secretos

El descubrimiento de espías y agentes dobles está minando la credibilidad del mítico Servicio de Inteligencia inglés

Andrés Ortega

El último juicio contra un espía se inició el lunes contra el catedrático canadiense Hugh Hambleton, que en tiempos trabajó para la OTAN. La defensa de Hambleton se ha basado en su afirmación de que era un doble agente que trabajaba para los servicios franceses y canadienses, quienes no habían avisado a sus colegas británicos por miedo a las filtraciones que en los últimos tiempos han aquejado a los servicios secretos de Londres. Y el catedrático asegura que cenó en Moscú nada menos que con Yuri Andropov, entonces jefe de la KGB y hoy máximo dirigente soviético.Hambleton, de sesenta años de edad, entró a trabajar en la sección de economía de la OTAN, en París, en 1956. Anteriormente había trabajado durante la segunda guerra mundial con los servicios de inteligencia canadienses y de la resistencia francesa.

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Para entrar en la OTAN contó con el apoyo de su amigo Lloyd Delameter. Su ingreso fue ratificado por el jefe del directorio económico de la OTAN, John Licence, de tendencias homosexuales. "Nos invitaba a restaurantes y por debajo de la mesa nos tocaba la pierna", declaró supuestamente Hambleton a la policía británica. En 1960, un agente soviético que había desertado al Occidente reveló la existencia de un espía en la OTAN. La sospecha recayó sobre Licence, dados sus contactos con Guy Burgess, el británico que se pasó a Moscú. Licence se vio obligado a dimitir.

Primeros contactos

El catedrático canadiense, que dispone de la nacionalidad británica, ha sido acusado de pasar información secreta de la OTAN a los soviéticos entre 1956 y 1961 y de obtener información que podría resultar útil al enemigo entre 1956 y 1979. Hambleton se declaró inocente, pero el fiscal, sir Michael Havers, aseguro que el profesor había tenido acceso a material clasificado como "cósmico", el más alto grado de secreto en la OTAN.

Según su propia versión, los soviéticos entraron por primera vez en contacto con Hambleton en 1950 o 1951, en una recepción en la Embajada chilena en Canadá. Un tal Borodin, que el profesor identificó luego como VIadimir Baurdin, primer secretario en la Embajada soviética, "se refirió a lugares escondidos para dejar mensajes, trazos de tiza, y cosas generales relacionadas con los servicios de inteligencia". Cuatro años después, en París, como estudiante, Borodin volvió a contactar a Hambleton. El profesor asegura que, cuando este contacto se produjo, los agentes franceses se le acercaron y uno de ellos, Jean Masson, le empujó a entrar en la OTAN, que Hambleton abandonó en 1961 para estudiar en Londres y regresar en 1964 corno profesor a la Universidad canadiense de Laval.

Hasta 1964, Hambleton siguió viajando a París, manteniendo contactos regulares con los soviéticos. Entre 1967 y 1970 surgió en Quebec un nuevo contacto misterioso, Rudi Hennan.

Hambleton ha afirmado que los documentos que pasó a los soviéticos habían sido "retocados" por los franceses y canadienses para "desinformar" a Moscú. Los documentos eran reales en un 80% y eran fotografiados por medio de una máquina que le había proporcionado la KGB. El fiscal mantiene que no es así y que Hamelton se llevaba documentos a su casa -hasta unos trescientos- para fotografiarlos. El profesor lo niega. Su abogado defensor, John Loyd-Eley, aseguró que mostraría, por medio de una carta de las autoridades canadienses, que toda la operación fue iniciada por los servicios de Francia y Canadá. Estos últimos tomaron el control directo de Hambleton cuando éste regresó a su país de origen. Contactos en Viena y París, mensajes en buzones muertos, radio de onda corta cifrada, tinta invisible. Lo tenía todo.

En 1975, el profesor viaja a Viena. Tras un contacto frustrado con Paul consigue llegar a Moscú, por medio de la Embajada soviética en Praga.

En la capital soviética se reúne a cenar con un grupo de "altos funcionarios". entre los que Hambleton cree que se encontraba Yuri Andropov. En una conversación en inglés, declaró Hambleton, el jefe de la KGB pidió detalles y opiniones sobre la situación internacional, Europa, Oriente Próximo, los gastos militares de Estados Unidos. Andropov, aparentemente quería empujarle a que fuera diputado en Canadá, ofreciéndole financiar su campaña electoral. En 1978, según Hambleton, los soviéticos le ofrecieron desertar al Este.

Su esposa lo denunció como doble agente a los soviéticos, y, de nuevo según su propia versión, fueron los servicios franco-canadienses los que le informaron de este hecho.

El espía que fue al frío

Para mantener su cobertura, estos servicios pretendieron arrestarle en noviembre de 1979 en Quebec, bajo amenaza de espionaje, pero, por "falta de pruebas", le dejaron en libertad. Hambleton aseguré estar convencido de que disponía de inmunidad.

En el Old Bailey tuvo un enfrentamiento el viernes con el juez al negarse a dar la identidad de su contacto canadiense. Finalmente, lo escribió en un papel para que el juez pudiera leerlo, pues "si la persona fuera identificada, podría tener graves problemas, especialmente si el individuo estuviera en un territorio extranjero, como Rusia".

Hugh Hambleton fue arrestado por los británicos en junio de este año, cuando estaba de paso hacia París. Afirma que sus mentores canadiens es le habían recomendado que no viniera al Reino Unido, pues las autoridades británicas no sabían que era agente doble. A pesar de la estrecha colaboración entre canadienses y británicos en el campo de los servicios secretos, éstos no habían sido informados, pues, "la seguridad aquí no es muy adecuada". Se refería a las filtraciones.

El juicio ha quedado suspendido hasta mañana, lunes. La culpabilidad no es fácil de probar. La inocencia, tampoco; pero en el Reino Unido no se trata de eso. En cualquier caso, la verdad no llegará nunca al público, pues gran parte de las sesiones del juicio se celebraron a puerta cerrada, con declaraciones de altos funcionarios no identificados de la OTAN.

El juicio que sí ha quedado concluido es el de Geoffrey Prime, con su sentencia de 35 años de cárcel por catorce de espionaje y otros tres por delitos sexuales. Prime, de 44 años de edad, había trabajado de 1968 a 1976 en Cheltenham, el centro de espionaje electrónico a 160 kilómetros de Londres, que colabora estrechamente con otros servicios occidentales.

Un 'topo' en Cheltenham

Arrestado por sospechas de ataques sexuales contra menores de edad, Prime confesó sus actividades de espía a su mujer, que le delató a la policía. Tan sólo después se encontraron todos los "utensilios indispensables para el espía moderno en su casa".

Algunos medios británicos barajan, sin embargo, otras hipótesis. ¿Cómo es posible que trabajara como espía en solitario? ¿Cómo es que nadie se dio cuenta antes de sus actividades? ¿Cómo es que en 1976 Prime dimitió de su cargo de traductor en Cheltenham para dedicarse a taxista y vendedor de vino? ¿Sus viajes no detectados a Viena o a Berlín? No es probable que Prime fuera conscientemente un doble agente. Lo que sí puede haber ocurrido, según estos medias británicos, es que los servicios de contraespionaje británicos se habían percatado de las actividades de Prime y lo hubieran utilizado para "desinformar" a los soviéticos. Este es el mundo de la información en el cual el conocimiento es poder, y en el cual un falso conocimiento puede ser aún más dañino que la ignorancia.

Jack Folfende, experto en teléfonos de este centro de Cheltenham, murió al estrellarse su coche doce días después del arresto de Prime en julio. La semana pasada, Ernest Brocockway, técnico en radio de Cheltenham, fue descubierto ahorcado en su piso. La primera ministra británica, Margaret Thatcher, ha asegurado que no hay relación entre estos casos y el de Prime. El viernes, el popular Daily Star, afirmaba que otras cinco personas están siendo examinadas e Cheltenham y que un nuevo escán dalo está al caer en las próximas semanas.

Sobre las Malvinas

Si de espías se trata, hay que mencionar también el caso de Philip Aldrige, quien ha sido detenido bajo la acusación de haber pasado a un país del Este desde Londres información sobre la campaña de las Malvinas. Pocos días después, el viernes, el Foreigri Office confirmaba la expulsión del capitán Anali Pav1ovich Zotov, agregado militar soviético en Londres, "por actividades incompatibles con su status", es decir, por intentar crear, sin éxito, según el Foreign Office, una red de espías en el Reino Unido. Los medios de comunicación británicos sugirieron que el Gobierno británico intentaba así recuperar su credibilidad, pero de hecho fue la Embajada soviética la que filtró antes la noticia.

Y el último caso, por el momento, es el de Robin Gordon-Walker, hijo del que fuera ministro laborista de Asuntos Exteriores durante unos meses en 1964-1965. Ha sido, acusado de utilización irresponsable de información: a saber, de haber pasado unos documentos confidenciales de preparación de una reunión del ministro de Asuntos Exteriores, Francis Pym, con sus colegas de la Comunidad Económica Europea.

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