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La primera visita del ministro de Cultura, Javier Solana, para el Nobel Aleixandre

A las pocas horas de haber prometido ante el Rey su cargo de ministro de Cultura, Javier Solana inauguró su mandato con una entrañable y cordial visita a Vicente Aleixandre, el poeta premio Nobel. Aleixandre, en un clima que emocionó a todos, agradeció este primer acto del Gobierno señalando sus esperanzas ante el cambio cultural.

Ayer la casa de Vicente Aleixandre, la casa de Velintonia 3, que ha sido antes y después de la guerra civil un santuario de poetas en el que se han dado cita los hombres de tres generaciones literarias al menos, volvía a tener carácter de signo. El hombre que ha repetido en los momentos clave de su vida su "voluntad de seguir los destinos de mi pueblo", aunque esto supusiera peligros reales, recibía ayer el sencillo homenaje de quien comenzó a dirigir la política cultural del nuevo Gobierno socialista. Un gesto con voluntad de simbolizar, en palabras del propio Javier Solana, un homenaje a toda la cultura española representada en su creador vivo más reconocido universalmente. Y quizá por primera vez desde que le fuera dado el Premio Nobel los periodistas invadieron, en esta tarde de frío, la biblioteca donde Aleixandre recibe a sus amigos.Javier Solana, acompañado por el diputado Salvador Clotas, se sentó en el tresillo verde donde tradicionalmente se sientan las visitas nada protocolarias de Aleixandre. Y como amigos compartieron las esperanzas de esta nueva etapa que Aleixandre había deseado ya públicamente, encabezando el manifiesto de los intelectuales por el cambio cultural.

"Que este abrazo signifique lo que usted sabe que significa", dijo Javier Solana. "Lo que hemos estado esperando tanto tiempo". Y mientras, Aleixandre agradecía el gesto del ministro nuevo "porque ha querido simbolizar, dejando aparte las personas, en la visita a este viejo poeta, a este viejo amigo, todos los ímpetus jóvenes que ustedes tienen".

Llegó naturalmente, en la media hora de entrevista, el momento de las bromas y hasta de los cumplidos. "He venido sin decirle nada a Felipe González, y me va a reñir porque seguramente hubiera querido venir conmigo", dijo Solana. "Con Felipe", respondió Aleixandre, "yo comparto no solo las cosas grandes, sino también alguna pequeña, como el verano en Miraflores. Somos lo que se podría llamar comnañeros de veraneo".

Solana, que expresa su deseo de que la cultura llegue a todos y no a unos pocos, y pone en acercar ese objetivo la voluntad de su gestión, pide a Aleixandre, y no sólo como símbolo, la fuerza y la ayuda que van a necesitar los socialistas para llevar adelante su programa. Vicente Aleixandre corrige: "No, usted me pide fuerzas y esas no se las puedo dar. Mi ayuda tendrá que ser desde la mente, porque yo soy un hombre enfermo que sólo tengo bien mi cabeza, mi cerebro".

A la hora de las confidencias -algo difíciles, sin duda, por la Prensa, que había entrado en tromba y un poco por sorpresa- Aleixandre, que demostró estar al tanto de la biografía del ministro y también de la de Salvador Clotas, a quien conocía ya desde hace muchos años. se refirió a los suyos propios y dijo: "No pueden ser viejos amigos míos porque son ustedes muy jóvenes. Yo que nunca he querido celebrar mi cumpleaños, ahora mis amigos me obligan porque son tantos ya...". Y efectivamente el ministro y el poeta convinieron en que habían sido muchos años de esperar.

Vicente Aleixandre aseguró que seguía interesado en el proyecto del nuevo Gobierno socialista, pero especialmente "en lo que se refiere a la cultura, que, como hombre de letras, me afecta más directamente". "Pues tengan cuidado", respondió Solana, "porque los de ciencias les estamos empezando a quitar protagonismo, con Laín Entralgo en la Academia y yo en el Ministerio". "Yo", terminaba Vicente Aleixandre, "les cedo gustosamente el paso".

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