La 'cumbre' europea aplaza hasta marzo el debate sobre la adhesión de España
ENVIADA ESPECIAL, El enfrentamiento entre los diez sobre el papel del proteccionismo en la crisis económica actual arrebató ayer el protagonismo al debate sobre la adhesión de España y de Portugal a la Comunidad Económica Europea (CEE), que figuraba, por primera vez en la historia, como segundo punto del orden del día de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la CEE.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los diez han acordado remitir los aspectos agrícolas del inventario de problemas que plantea la ampliación, y que fue presentado por los expertos de Bruselas, al Consejo de Ministros correspondiente, y el problema de la fecha y de los recursos propios, al Consejo de Asuntos Exteriores.Uno y otro deberán enviar sus análisis a la próxima cumbre europea, el mes de marzo del año próximo, en Bonn, pero no existe ningún compromiso para desbloquear en dicha fecha las negociaciones con Madrid y Lisboa.
Aunque el comunicado final no será conocido hasta hoy, puede adelantarse que la cumbre de Copenhague habrá sido para los países candidatos tan frustrante como las anteriores.
El debate sobre el proteccionismo llevó tanto tiempo a los jefes de Estado y de Gobierno que se encontraron casi sin espacio para nada más. Según fuentes oficiosas, los diez decidieron en cinco minutos no debatir los problemas de la ampliación de la CEE, tal y como esperaba la Comisión Europea, y más aún Madrid y Lisboa.
Incapaces de aceptar la teórica propuesta holandesa de fijar una fecha -sino para la adhesión, sí al menos para la solución de los problemas internos que bloquean la negociación, es decir, el aumento de los recursos propios y la modificación de la política agrícola mediterránea: aceite de oliva, frutas y hortalizas- los jefes de Gobierno optaron por remitir a sus ministros el inventario que habían pedido ellos mismos hace menos de seis meses.
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Los miembros de la Comunidad Económica Europea no quieren fijar fecha para la adhesión de España y Portugal
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Ese mismo inventario había sido efectuado con toda diligencia por los expertos de Bruselas, e incluso el canciller de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut Kohl, prefirió dejar pasar la discusión, pese a que se supone que es el mejor valedor de la ampliación, no en balde España es un buen mercado para la industria de la RFA, y no en balde Bonn está inquieto ante los proyectos socialistas sobre la OTAN. La República Federal de Alemania no quiere tampoco oir hablar de una fecha fija para la ampliación, que supone implícitamente también un plazo fijo para aumentar su participación financiera en la CEE.
Los jefes de Gobierno y de Estado se reunieron en Copenhague, en un antiguo almacén del puerto, convenientemente acondicionado. El ambiente hacía presagiar tormenta interna, porque el ministro de Economía alemán había preparado para su jefe de Gobierno una lista de 11 "pecados proteccionistas franceses", lista que mereció los más duros calificativos del portavoz oficial del presidente de la República Francesa, François Mitterrand.
Los observadores preveían que tras la luna de miel de la pasada semana en Ginebra, en la que la CEE se unió frente a la amenaza norteamericana, la cumbre de Copenhague iba a dar lugar a un enfrentamiento entre Bonn y París. La pelea directa no llegó a producirse, aunque a lo largo de las cinco horas de discusión se comprobara que Mitterrand y Kohl no piensan en las mismas soluciones para la crisis europea.
Así al menos lo indicaría la frase textual del primer ministro griego, Andreas Papandreu, quien dijo: "Tengo la penosa impresión de que la adhesión de España y Portugal ha sido enviada ad calendas romanas".
Abrió la discusión el presidente de la Comisión Europea, Gaston Thorn, para dibujar un panorama sombrío: entre 1980 y 1983 no se habrá producido el menor crecimiento económico en el conjunto de los países de la Comunidad, mientras que el paro ha llegado a niveles récord. "Estamos en el período de recesión económica más largo desde la segunda guerra mundial", dijo.
Las tres intervenciones más esperadas eran las de Margaret Thatcher, Helmut Kohl y François Mitterrand. La primera ministra británica sorprendió a todo el mundo porque, aunque atacó el proteccionismo, señaló también que la situación actual aconsejaba negociar acuerdos de autolimitación de exportaciones con ciertos países, alusión indirecta a Japón.
El canciller de la RFA, por su parte, se lanzó a una larga perorata, deseoso tal vez de no perder la imagen de líder europeo que dejó su predecesor, Helmut Schmidt.
Mitterrand dejó clara la posición de su país: si nos impiden entrar en nuevos mercados, contra proteccionismo ajeno, proteccionismo y medio propio.
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