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Ramón Barce estrena hoy su 'Sinfonía número 2', una obra musical escrita "en circunstancias felices"

La Segunda sinfonía, de Ramón Barce, será estrenada hoy en el teatro Real por la Orquesta Nacional dirigida por Jaume Bodmer. El concierto se repetirá mañana, a las siete de la tarde, y el domingo a las once de la mañana. Ramón Barce es madrileño, nacido en 1928. Simultaneó sus estudios musicales con los de Filosofía y Letras. Barce asegura que su obra fue escrita "en circunstancias felices".

Desde hace años, Barce alterna su obra de compositor con su labor pedagógica como catedrático de instituto, a lo que hay que añadir una prolongada dedicación a la crítica, a traducir textos del máximo interés, como la Armonía, de Schönberg, y unas actividades promotoras que, por el momento, han culminado en la presidencia de la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles (ACSE).Lo de hoy, sin embargo, es muy concretamente la Sinfonía. Escrita entre noviembre de 1980 y julio de 1982 y subtitulada Sinfonía en dos partes, consta de dos elementos muy definidos: uno, a manera de movimiento perpetuo, constantemente variable, que recorre toda la obra desde el principio al fin; y otro, constituido por cuatro interrupciones independientes, que toman aspecto genérico de serenatas.

"Este tipo de forma libre, con elementos solistas, enfrenta una vez más a la orquesta y al grupo de cámara. Pienso que lo que suele denominarse sonido orquestal no es sino una de las posibilidades de la orquesta, concretamente la posromántica, cuyos modelos son Mahler y Strauss; su influencia ha llegado, hacia adelante, hasta Chostakovitch y, hacia atrás, hasta Bach, ya que se ha caído en la monstruosidad de interpretar a Bach con los efectivos de la orquesta posromántica. Todo porque nuestros oídos se han habituado a considerar ese tipo de sonoridad orquestal posromántica como la sonoridad tipo de cualquier música-espectáculo. De esa extraña manera, Mahler ha tenido una fuerte influencia sobre Juan Sebastián Bach", dice Barce.

Evidentemente, al existir otras posibilidades de orquesta, otros modelos orquestales, Barce ha debido elegir uno o crearlo como síntesis o consecuencia de una serie de antecedentes históricos.

Estructuralmente, cada una de las cuatro serenatas que constituyen el segundo elemento antes aludido están precedidas de una llamada de atención (a cargo del piano y un reducido grupo de percusión). "La serenata propiamente dicha adopta, en cada caso, la forma de un quinteto solista. Después de cada serenata continúa el movimiento perpetuo, modificado cada vez por alusiones al material siempre nuevo que va apareciendo en las serenatas".

La sinfonía tiene dos partes, que no es lo mismo que dos movimientos: "Cada uno con su tiempo y su carácter". En realidad, es un texto unitario y homogéneo, dividido en dos partes por un breve silencio, situado en una de las serenatas, que se interrumpe bruscamente para continuar en el mismo punto de la interrupción. Un amigo me ha propuesto denominar a la obra sinfonía de las serenatas, lo que resulta más simpático y feliz".

Con ser un agudo y polifacético analista, Barce se resiste a introducirnos por los caminos de una investigación sobre el ethos de su sinfonía, pero nos habla de las circunstancias que pudieron influir sobre el talante de la partitura. "Fue escrita en circunstancias felices, plenas de actividad y entusiasmo, lo que posiblemente se refleja a través de un sentimiento optimista y comunicativo".

"En un terreno más concreto y anecdótico, puedo recordar las largas semanas del verano madrileño en las que escribí la mayor parte de la obra. La ciudad estaba tranquila, calurosa, soñolienta, cosquilleada sólo por innumerables músicos callejeros que, tarde y noche, repetían sus serenatas en las pequeñas plazas y en las calles peatonales del centro. Sin duda, pensé que mi música debía ser capaz, como aquella callejera, de impregnar sin agredir, de sonreír sin muecas agrias, de ayudarnos a sentir el placer de vivir, una tarde de verano, andando sin rumbo por la ciudad sudorosa y acogedora".

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