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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La Iglesia mendicante

El Papa Wojtyla, tras una gira de reprensión por Sicilia y, sobre todo, tras las confusas teologías contables de la Banca Ambrosiana y otros Calvi, acaba de decir que quiere volver a "una Iglesiá mendicante".Yo creo que la Iglesia española, un suponer, nunca ha dejado de ser mendicante. Si otras confesiones se mantienen mediante impuesto estatal, la Iglesia española (o, por mejor decir, para no implicar a nadie, el nacionalcatolicismo) ha preferido el impuesto moral de la limosna, menos rígido, más controlable por el señor obispo o el sacristán / organista / campanero, mediante una presión fiscal del cielo del campanario sobre la tierra. Nuestro nacionalcatolicismo mendicante viene llevándose gruesa limosna para sus colegios de pago, que además llama privados, beneficiándose así de un casi laicismo nominal y contradictorio. Cuando el Estado era confesional, la enseñanza confesional se anunciaba como privada. Cobraban del presupuesto, pero no se dejaban estatalizar por un Estado en el que había como una cierta falta de juridicidad. Tengo escrito que lo del cuarentañismo no era un exceso de poder, sino un vacío de poder vuelto del revés. La parroquia mendiga mediante campana; las órdenes religiosas, de puerta en puerta. Los colegios religiosos mendigan al Estado, y los obispos le mendigaban al Caudillo un pedazo de autoridad a cambio de un pedazo de legitimidad sobrenatural, ya que la natural no estaba en su mano dársela. Y el Papa no ha dicho que la Iglesia vaya a vivir de la mendicidad (es decir, de la hermandad, cristiana o no, de los hombres), malvendiendo sus tesoros como el protagonista de Mihura en Ni pobre, ni rico, sino todo lo contrario.

Comí anoche con Mercedes Formica y Carmen Garrigues. Son de esas altas damas que siguen yendo a las mesas petitorias, pero no sin ironía interior. En el Rastrillo quieren vender mis libros. Aquí, o vende uno en el Rastrillo o vende en la fiesta del pecé. Una de las manquedades nacionales que supone la voladura controlada del pecé es que, si uno se distrae, lo meten en el Rastrillo entre dos armaduras auténticas del Cid, que sólo tuvo una. (Pitita pone en el Rastrillo caseta para predecir el porvenir a gentes que tienen el porvenir compactamente asegurado). Todo esto, a su manera, es caridad cristiana, Iglesia mendicante. ¿Es que el Papa les va a arrancar la mantilla a las damas españoles que tanto le han aclamado? En el Olimpia, Ubu Rey, de Alfred Jarry. Las vanguardias no han pasado por la Iglesia. Pero San Pablo, más avisado que los Papas del siglo, advierte de que "el hereje es necesario". Las grandes herejías literarias, revolucionarias, artísticas, culturales, religiosas y ateas que constituyen el siglo XX no han despertado a la Iglesia, que, cuando abandona la magia versicular del latín, se muestra arcaica, pobre, retardada, imprecisa, en los idiomas nacionales e internacionales modernos. Los Evangelistas, San Pablo, Santo Tomás, San Isidoro, San Agustín, tienen y le dan al cielo un estilo literario propio. Luego, la Iglesia desaparece tras el latín canónico como el organista tras el órgano, terminado el concierto. Debieran ser, ante todo, mendicantes de modernidad, ya que un día fueron vanguardia literaria (se ha dicho que Pascal es el Greco de la filosofía). Fernán-Gómez recita en el Español a Quevedo, Rubén, Juan Ramón, Aleixandre, Brecht y otros. "El despertar de mi vocación teatral fue a través de la poesía", dice Fernando. Varios de los poetas citados se inventaron un estilo moderno para hablar de Dios.

La Iglesia no lo ha encontrado, pese a tanta subvención a los colegios religiosos. El nacionalcatoficismo es ajeno al siglo, puesto que lo es a sus lenguajes líricos, literarios, estéticos, artísticos. Iglesia triunfante o Iglesia mendicante, me interesa poco la estampa demagógica de la Iglesia como "príncipe mendigo". En cuanto a modemidad, la Iglesia no es pobre: es sorda.

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