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Amíntore Fanfani encuentra dificultades para formar un nuevo Gobierno en Italia

Juan Arias

Habrá que esperar hasta finales de esta semana para saber si Amíntore Fanfani conseguirá formar nuevo Gobierno, ya que las cosas han empezado a complicársele al presidente del Senado. La primera dificultad surgió hace pocos días, cuando corrió la noticia de que existía un pacto secreto entre el secretario socialista, Bettino Craxi, y el democristiano Fanfani para formar un Gobierno que durase, como desean los socialistas, sólo hasta mayo, fecha en la que habría elecciones anticipadas.

Por su parte, Craxi le habría ofrecido su apoyo para que Fanfani pudiera, en 1984, sustituir a Sandro Pertini en la jefatura del Estado si el presidente del Senado se comprometía a apoyar entonces la presidencia del Gobierno socialista.Será difícil poder demostrar si se ha tratado de una verdad o de un bulo, pero lo cierto es que la hipótesis ha irritado a los partidos menores y que el mismo secretario democristiano, Ciriaco de Mita, le ha dicho a Fanfani que tiene todo el apoyo del partido, pero solamente para formar un Gobierno estable y de prestigio.

La razón es muy sencilla: De Mita, que no quiere aún las elecciones, desea que si los socialistas se oponen a la formación de un Gobierno serio y de prestigio se convoquen elecciones; pero, en este caso, los democristianos harían la campaña electoral acusando a los socialistas de preferir las elecciones a la gobernabilidad del país. Por otra parte, Fanfani ha querido ir con pies de plomo y ha preferido pasar el día de ayer sin entregar su programa de Gobierno para evitar que en la huelga general de los tres grandes sindicatos en el sector de la industria pudieran atacar su política económica.

La política económica es, precisamente, el centro de gravedad del programa. De Mita, de repente, ha recogido la bandera de una economía de austeridad, severa, impopular. Los socialistas, al entrar en el Gobierno de Fanfani, estarían forzados a defender esta política impopular, que al mismo tiempo reviste un carácter interclasista.

Naturalmente, temen la reacción de los sindicatos y del partido comunista y no quieren quemarse ante las próximas elecciones. Pero, al mismo tiempo, tampoco pueden presentarse ante el electorado con la política económica que preconiza el partido comunista.

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