Fallece uno de los trabajadores de Rentería ametrallados la pasada semana por ETA Militar
Carlos Manuel Patiño, uno de los tres trabajadores de Rentería que resultaron heridos el pasado jueves, al ser ametrallados por un comando terrorista de ETA Militar, falleció anoche a las 23.50 horas en el hospital de la Cruz Roja de San Sebastián, a consecuencia de un paro cardiaco. Carlos Manuel Patiño, de 29 años de edad, casado, natural de Villamayor (La Coruña) y domiciliado en Rentería, donde residía desde niño, se encontraba en estado crítico en la unidad de vigilancia intensiva del mencionado centro sanitario, como consecuencia de las heridas que recibió, junto a dos compañeros de trabajo, al ser ametrallado el vehículo en que viajaban.
Los familiares de los tres trabajadores ametrallados el jueves último en el barrio de Beraun, de Rentería, recibieron ayer con temor, indignación y asombro la comunicación de ETA Militar en la que esta organización terrorista se atribuye el atentado y desmiente que éste haya sido consecuencia de un error. Con los rostros crispados por el sufrimiento y la ira, las mujeres de los trabajadores ametrallados, exigieron ayer a ETA Militar pruebas de que sus maridos sean "confidentes y agentes mercenarios a sueldo de la policía", como afirma la organización terrorista.El diario Egin, que recogía en sus páginas un extracto del comunicado remitido por ETA Militar, fue secuestrado ayer por orden judicial. El texto aparece plagado de expresiones que tienden a configurar una imagen de los tres trabajadores como componentes de un grupo disciplinado y altamente especializado que utilizaría para sus fines métodos sofisticados. Esta imagen contrasta extraordinariamente con la realidades de tres hombres no cualificados profesionalmente, afincados desde hace muchos años en Rentería y pertenecientes a un estrato social que sufre como nadie el efecto de la crisis económica. Carlos Manuel Patiño, fallecido anoche, se encontraba en paro desde hace año y medio y era propietario de una droguería que abrió con la indemnización de su anterior empleo; Esteban Fariñas cobra subsidio de incapacidad física y Francisco Rosco, pintor de profesión, trabaja por cuenta propia desde hace muchos años.
Según se ha confirmado a EL PAIS, en el momento de ser ametrallados los tres trabajadores acababan de inspeccionar, por encargo de una compañía de seguros, los locales de una planta baja.
Carlos Manuel Patiño, propietario de una droguería que vende productos para el pintado, empapelado e instalación de moquetas, puso en contacto al agente de seguros con Francisco Rosco y Esteban Fariñas, para que concretaran las condiciones de trabajo. Patiño ofrecería los productos necesarios para este trabajo, cuya realización correspondería a Francisco Rosco y Esteban Fariñas. Estos dos últimos trabajaban en equipo desde hace meses, y anteriormente no se habían relacionado profesionalmente con Carlos Manuel Patiño, según pusieron ayer de manifiesto las esposas de los tres trabajadores.
Amenazas a los periodistas
ETA Militar, en su comunicado, atribuye a los tres trabajadores heridos la misión de vigilar y controlar a los refugiados políticos del País Vasco francés, labor que ETA Militar clasifica bajo la expresión "información-acción". Tras definir como "ridículo y demencial" el que se califique de trabajadores a los heridos, ETA Militar afirma que éstos estaban preparados para efectuar acciones violentas, y a continuación advierte a los profesionales de la información, a quienes acusa de mentir y tergiversar las noticias sobre este u otros atentados. Más concretametne los milis, refiriéndose a los informadores señalan: "Pretenden sencillamente predisponer al pueblo vasco en nuestra contra, hacemos perder la credibilidad adquirida a lo largo de muchos, años de justa y honrada lucha en pro de los derechos y libertades de Euskadi". Y añaden: "Quienes así nos combaten no deben olvildar que, a la larga, esas manifestaciones se les pueden volver en contra y que el pueblo no perdona".
Un grupo de vecinos del barrio de Beraun, que califican de canallada el comunicado de ETA Militar, se mostró ayer partidario de convocar una manifestación de protesta por el atentado y por las acusaciones vertidas por sus autores. Estas personas, amigos y conocidos de las víctimas del ametrallamiento, resaltaron la impotencia y la falta de recursos de todo tipo de estas familias, que ya antes del atentado atravesaban grandes dificultades económicas, en un barrio en el que el paro alcanza un gran porcentaje de la población.
Según la versión de estos vecinos, el comando de información de ETA Militar confundió las relaciones de vecindad establecidas entre algunos de los heridos y los numerosos policías y guardias civiles instalados en el barrio, con conexiones entre distintos servicios policiales. La policía llegó hace días a una conclusión parecida, tras investigar las relaciones que mantenían los heridos con el resto del vecindario. El hecho de que algunos de los heridos, entre otros muchos vecinos, frecuentaran el bar Avenida, al que también acuden miembros de las fuerzas de Seguridad del Estado, pudiera estar en el origen del ametrallamiento.
Miedo a otro atentado
Esteban Fariñas, de 26 años, casado y con una niña de ocho meses, teme abandonar el hospital provincial de Guipúzcoa, donde se recupera de sus heridas, por miedo a sufrir un nuevo atentado. Su mujer, Paula Bartolomé, ha señalado que su marido, que ignoraba ayer la reivindicación de ETA Militar, le pregunta continuamente si los autores del ametrallamiento han reconocido su error.
Esteban Fariñas reside en Rentería desde hace dieciocho años y se encuentra físicamente incapacitado desde hace cinco, a consecuencia de un accidente de automóvil. El matrimonio vive casi exclusivamente con el sueldo de Paula Bartolomé, que trabaja de cocinera en un bar de San Sebastián, ya que el subsidio de incapacidad de su marido es claramente insuficiente para mantener a la familia. La misma Paula Bartolomé, afirmó ayer entre sollozos estar dispuesta a presentar públicamente las cuentas de la familia para que quede claro que su marido no es un confidente. Igualmente desmintió que su marido se trasladara con frecuencia a poblaciones vascofrancesas. "La última vez que intentamos ir a Francia, hace ya meses, la policía no nos dejó pasar porque Esteban tenía caducado el documento de identidad".
La impotencia y el miedo se reflejan igualmente en el rostro de los familiares de Carlos Manuel Patiño, de 29 años, fallecido anoche. Desolado, su padre repetía ayer en la clínica de la Cruz Roja: "¿Quién va a dar de comer ahora a los críos?". Carlos Manuel Patiño instaló una droguería con la indemnización de 500.000 pesetas que le concedieron en su anterior empleo, una fábrica de uralita, y con créditos avalados por familiares y amigos. La tienda, según han manifestado sus familiares, no produce demasiados beneficios y toda la familia está comprometida en el pago de los créditos. "Estamos en la miseria", comentaban los hermanos de fallecido. La esposa de Francisco Rosco, que permanece internado en la unidad de cuidados intensivos de la clínica de la Cruz Roja, exigió ayer a ETA que demuestre las acusaciones vertidas contra su esposo y sus compañeros. "No entiendo nada, mi marido ha trabajado toda su vida de pintor y ese comunicado de ETA es una vergüenza". Aurora Redondo ha señalado que su marido no ha querido entablar nunca amistad con policías o guardias civiles. "Hemos tenido a un guardia civil viviendo debajo de nuestro piso y, claro, nos saludábamos en la escalera, pero estaría bueno que no pudiéramos ni siquiera hablar con las personas, sean como sean".
El herido, de 38 años, natural de Montánchez (Cáceres) y padre de tres hijos, sigue estando muy grave, según han comentado los médicos. No podrá abandonar la clínica hasta dentro de un año. Aurora Redondo comentaba con amargura: "Tendré que dedicarme a fregar servicios si queremos seguir comiendo".
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