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Los estudios de Cinecittá subastan una época de recuerdos del cine

Los más importantes anticuarios europeos se han dado cita en Roma para intervenir en la subasta de muebles y objetos que fueron utilizados en numerosas películas, a pesar de las protestas que surgieron en defensa de ese patrimonio nacional. En cuatro salones cercanos a Cinecittá, los estudios que fueron en un tiempo la meca del cine, se exhibe un gigantesco muestrario -20.000- de casi todos los objetos utilizados en las películas italianas.

La exposición, que se inició el pasado día 15 y durará hasta el 16 de diciembre, abarca millares de muebles de época, alfombras, estatuas, adornos, que suman unos 20.000, y están subdivididos en ochocientos lotes.Para esta venta del pasado se han dado cita anticuarios suizos, franceses, ingleses, alemanes, cada uno a la búsqueda de un objeto de época, y también numerosos curiosos y cinéfilos.

Las cómodas que elegía el director Luchino Visconti para sus películas, las sillas Luis XVI utilizadas por Renato Castellani para la vida de Verdi, rodada para la televisión, o el gran lecho blanco en el que se sumergía Marcello Mastroiani en la Ciudad de las mujeres serán evaluadas o acariciadas, según la categoría de los visitantes.

Los muebles pertenecen a la empresa Cimino, fundada en los años treinta, cuya voz de orden era "comprar todo, comprar siempre", con lo que, en decenios de actividad, creó este imperio. La empresa compraba todo lo que se vendía en plaza: desde los adornos del palacio Altieri hasta los espejos y terciopelos de las tantas casas obligadas a cerrar cuando la ley Merlín prohibió los prostíbulos.

Ahora, en un escenario más parecido a los fantasmas de Roma, de Federico Fellini, que a los sofisticados salones de Christie's, se amontonan colecciones de bronces japoneses, que pertenecieron a la casa real de Saboya, una mesa Luis IV con patas de oro, dos puertas espléndidas del siglo IV. También la decoración completa de muebles y cuadros que utilizó Luchino Visconti para Confidencias, y el salón oriental en el que transcurrían los amores televisivos entre Sandokán y la Perla de Labuán.

Y además, tantas cosas insólitas, pobres o inútiles, como un busto de Mussolini, un retrato de Stalin, falsos libros para llenar bibliotecas, plumas, huevos de avestruz o farolitos chinos.

Antes de llegar a la subasta, la empresa ofreció este patrimonio a la televisión italiana, a Cinecittá y a otras productoras, que rechazaron la oferta. Ahora que se ha iniciado la exhibición se han alzado las voces de gente importante en el mundo del espectáculo pidiendo que no se dispersen los objetos testigos de la historia del cine.

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