La Iglesia católica y el cambio
La Iglesia católica no tiene que cambiar mientras todo les marche bien adorando y respetando sus creencias, y deben empezar a cambiar cuando los medios de comunicación y las ideas crean otras condiciones de vida, cambiando los motivos y actitudes de la sociedad, lo que es tema de investigación en las ciencias humanas.Más fácil resulta ver la necesidad de cambio en las actitudes de la Guardia Urbana, que debe empezar a respetar y adorar a los coches en vez de perseguirlos, porque ya tienen el cambio en su ayuntamiento y no se ganarán bien la vida a costa de los usuarios de coches si nos obligan a todos a marcharnos de la ciudad.
El otro día dieron ante el Papa un espectáculo deprimente, ordenando quitar más de veinte coches en diez minutos con las grúas a toda velocidad, arrastrándolos, destrozando matrículas y los frenos de mano, como el mío, al no abrir las puertas ni utilizar ruedas portátiles. Lo peor es que no han cambiado sus fijaciones y manías contra algunos coches, y entre más de veinte autos y dos ristras de furgonetas de la policía que daban terror se pusieron a llevarse con sospechosa maldad, primero, el mío, blanco como la paloma de la paz y disimulado entre los demás. ¿Por qué lo escogieron para empezar? Los odios y manías vienen desde lejos y las actitudes no han cambiado.
Tampoco han cambiado los comportamientos, por ejemplo, del teniente de alcalde, que, según la Prensa, pretende echarnos y limpiar Barcelona de coches, obligándonos a comprar aparcamientos, quizá para facilitar la especulación capitalista que los ciudadanos ya estafados, arruinados, marginados y sin trabajo no podemos soportar. /
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