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Entrevista:

General Rogers: "El umbral nuclear en Europa debe elevarse aumentando su potencial convencional"

Soledad Gallego-Díaz

Pregunta: En una reciente reunión usted dijo que la Alianza Atlántica debía ser capaz de defenderse contra un ataque con armas convencionales del Pacto de Varsovia, utilizando para ello también armas convencionales. ¿Acaso la OTAN no puede hacerlo ahora?Respuesta: Precisamente en el dominio de las armas convencionales es donde tenemos más necesidad de mejoras. Hemos hipotecado nuestra defensa a una respuesta nuclear, porque nuestras naciones no han estado dispuestas a pagar el precio de una defensa convencional adecuada. Aunque el mando aliado en Europa es cada año más fuerte, a causa de los compromisos que se respetan, la diferencia entre el potencial de las fuerzas de la OTAN y las del Pacto de Varsovia es cada año más amplia, lo que disminuye la credibilidad de nuestra disuasión. En lugar de poseer una auténtica flexibilidad de respuesta, la situación militar de la OTAN actualmente nos obligaría, si sufrimos un ataque convencional, a recurrir bastante rápidamente al uso de armas nucleares si queremos defendernos con éxito. Fundar nuestra disuasión en esa respuesta, sobre todo si se tiene en cuenta la relación de fuerzas nucleares de teatro, que nos es desfavorable, perjudica esa credibilidad.

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Si nuestras fuerzas convencionales continúan declinando en relación con el Pacto de Varsovia asistiremos a una disminución continua del umbral nuclear. Podemos, sin embargo, elevar ese umbral nuclear mejorando nuestra situación con fuerzas convencionales. Necesitamos explotar nuestra superioridad tecnológica, de forma que podamos alcanzar con éxito y destruir las fuerzas follow-on del Pacto de Varsovia antes de que lleguen al área de batalla.

Nuestra misión, sin embargo, es desanimar ese ataque. Lo que me preocupa es la posibilidad de que nuestra situación en fuerzas convencionales pueda hacer que el Pacto de Varsovia no la considere creíble. Si sucediera así, el Pacto de Varsovia puede estar más dispuesto a utilizar la fuerza en cualquier crisis futura o, más probablemente, y a mi juicio lo que constituye la amenaza más preocupante, el poder militar del Pacto podría eventualmente permitir a la Unión Soviética alcanzar sus objetivos a largo plazo de dominación política y económica de Europa sin tener que hacer un solo disparo. Así pues, mantener un poder militar suficiente y creíble en la OTAN es importante no sólo en lo que se refiere a la posibilidad de disuadir un ataque, sino también porque puede permitir a los aliados de la OTAN resistir la amenaza de una intimidación política y económica.

P. ¿Qué plan propone usted para lograr esa defensa convencional? ¿Qué armamento espera usted que sea reforzado?

R. La doctrina soviética requiere que el ímpetu de un ataque sea sostenido y que su éxito sea explotado por fuerzas masivas que siguen al asalto inicial. El plan del mando aliado en Europa es derrotar ese primer escalón operacional con las fuerzas en presencia, mientras que se alcanzan y destruyen con medios convencionales la fuerzas follow-on del Pacto de Varsovia antes de que puedan llegar a la línea de contacto. Creo que esto puede ser logrado mejorando el conjunto de nuestra capacidad de información e inteligencia y los sistemas de armas convencionales.

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Un servicio de inteligencia mejorado, técnicas de análisis y de distribución permitirán la pronta identificación de los objetivos detrás de las líneas enemigas; mejores sistemas de armas nos permitirán alcanzar y destruir esos objetivos utilizando armas convencionales de fuego indirecto con un mayor alcance, mortandad y área de acción, así como munición con precisión y alcance dirigidos, incluyendo minas de control remoto y armas de área. Necesitaremos también explotar nuestro potencial de guerra electrónica a fin de poder cortar el control y la dirección altamente centralizados de las unidades militares operacionales del Pacto de Varsovia.

Necesitamos también cierto incremento de los efectivos regulares de hombres, así como mejorar el entrenamiento y la disponibilidad de las fuerzas de reserva.

P. Los países europeos miembros de la Alianza Atlántica no han podido aumentar sus gastos de defensa en el 3% real que desea la OTAN debido a los problemas económicos actuales. ¿Su nuevo plan exigiría un gasto superior a ese 3%?

R. Respetar los compromisos para mejorar nuestras fuerzas, tal y como aprobaron los países aliados en los objetivos globales 1983-1988, exigirá cada año un aumento real medio de los gastos de defensa del 4%, aproximadamente, en el conjunto de la Alianza y durante los próximos seis años. Será diferente de un país a otro; pero en el primer año, 1983, ese 4% significaría un sacrificio para cada hombre, mujer y niño de las naciones europeas de la OTAN de aproximadamente 1.300 pesetas (once dólares). Creo que el coste es soportable y razonable si queremos verdaderamente mantener la paz con libertad; me parece que es una pequeña prima a pagar para una política de seguridad destinada a mantener la paz con libertad. Somos una alianza relativamente rica; el producto interior bruto de los países de la OTAN es tres veces superior al PIB estimado para el Pacto de Varsovia.

P. ¿La nueva doctrina de refuerzo de las armas convencionales puede significar que la OTAN renuncia a la doctrina actual según la cual puede ser la primera en utilizar armas nucleares? Desde un punto de vista estrictamente militar, ¿qué nuevas condiciones deberían darse para su uso?

R. En primer lugar, no se insiste lo suficiente en el hecho de que la OTAN es una alianza defensiva; no supone ninguna amenaza de ataque para el Pacto de Varsovia. La OTAN debe esforzarse para alcanzar una situación en armas convencionales que constituya una disuasión creíble cara a una agresión convencional del Pacto de Varsovia, pero esto no implica que la Alianza deba mantener una política de "no usar la primera" armas nucleares.

El único factor verdaderamente importante para contener una agresión soviética será siempre ese abismo de incertitud sobre la disponibilidad de Occidente a cruzar el umbral nuclear, una decisión que nunca se adoptará a la ligera ni automáticamente. Mientras las dos partes continúen poseyendo armas nucleares, debemos estar seguros de que los líderes soviéticos no tienen dudas sobre la disponibilidad de la OTAN a recurrir a su uso para defenderse, si eso parece jamás necesario.

Incluso si tenemos éxito en la mejora de nuestra defensa convencional en esta década no podremos nunca estar seguros del mantenimiento con éxito de la disuasión sin la posibilidad, perceptible, de recurrir a las armas nucleares. No debemos perder nunca de vista la ventaja táctica que confiere al defensor, la capacidad nuclear; la amenaza de utilización de armas nucleares sirve de moderación frente a una concentración táctica de tropas del Pacto de Varsovia preparando un ataque.

Otro peligro inherente al mantenimiento de la política de no ser los primeros en utilizar armas nucleares es que muchas personas en Europa y en Estados Unidos la consideraran como un límite al compromiso americano en la defensa europea. Esto podría crear una situación en la que el garante final de la disuasión -el arsenal estratégico nuclear- sería juzgado como separado del destino de Europa. Además, mantener la política de no ser los primeros en utilizar armamento atómico y tratar, en consecuencia, de desarrollar el potencial convencional para hacer posible esa política supondría poner el carro delante del caballo. En consecuencia, si defiendo que el umbral nuclear en Europa puede y debe ser elevado, aumentando el potencial convencional de la OTAN, afirmo también que una disuasión realista en Europa continuará requiriendo la amenaza plausible de una escalada nuclear por parte de la OTAN.

En suma, nuestra estrategia actual de respuesta flexible es, a mi juicio, la correcta: la OTAN no atacará jamás al Pacto de Varsovia -ni a nadie-; pero, si es atacada, la OTAN guardará abiertas todas las opciones a fin de convencer al agresor de que los riesgos y pérdidas que provocaría el ataque no le compensarían.

P. Se ha dicho que su nuevo plan permitiría una reducción del número de armas nucleares en Europa. ¿Qué clase de misiles podrían ser reducidos y en qué proporción?

R. No he sugerido ningún nuevo plan. Hablamos de un ensanche de, nuestro concepto de operaciones, que mejoraría la flexibilidad de nuestra estrategia de respuesta flexible. Si logramos un potencial convencional adecuado -y mi objetivo es alcanzarlo a finales de los ochenta- y reducimos nuestra dependencia de la respuesta nuclear, entonces podremos considerar seriamente una reducción del arsenal nuclear, especialmente de los misiles de corto alcance. Pero seguiremos teniendo necesidad de una gama completa de armas nucleares -desde las de corto alcance hasta las estratégicas- con la que impedir su uso a un agresor potencial.

P. ¿Su plan puede tener algún efecto en los proyectos actuales de modernización de las armas nucleares de alcance intermedio, euromisdes?

R. La disuasión requiere credibilidad en toda la gama de fuerzas. Hasta que despleguemos nuestras fuerzas nucleares de teatro modernizadas o hasta que los soviéticos eliminen sus fuerzas de este tipo, la OTAN seguirá sufriendo un hueco en su gama de disuasión. Creo que es absolutamente vital poner en práctica el programa de modernización de fuerzas nucleares de teatro según doble decisión: de diciembre de 1979. En ausencia de un avance en las negociaciones de Ginebra, debemos continuar nuestro plan de despliegue de las fuerzas nucleares de teatro a fin de impedir el uso de las fuerzas nucleares soviéticas de alcance intermedio, que están ya desplegadas y que apuntan a Europa occidental.

P. ¿Cree usted que el plan de mejora de las fuerzas convencionales puede reducir el riesgo de una guerra nuclear?

R. Hará más improbable toda clase de guerra, sea convencional o nuclear.

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