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SANIDAD

Una de cada seis personas tiene la presión alta en las sociedades industrializadas, y la subida va en relación con la edad

Rosa Rivas

"Los dolores de cabeza y los mareos no son indicativos de hipertensión, ésta no tiene síntomas específicos y el único medio de detectarla es tomar la presión arterial", afirma el doctor Manuel Luque, uno de los ponentes del simposio que organizaron ayer en Madrid el profesor Arturo Fernández-Cruz, de la cátedra de Patología General del Departamento de Medicina del Hospital Clínico de San Carlos, y la Liga Española contra la hipertensión Arterial.

En las sociedades industrializadas, una de cada seis personas tiene la presión alta, y la subida va en relación con la edad. En las mujeres, que suelen sufrir hipertensión más tarde que los hombres, es un factor clave la menopausia.De acuerdo con datos aproximativos de países como Francia e Italia, en la población española hay entre un 15% y un 20% de hipertensos. Cifra importante, según el doctor Luque, integrante de la Liga Española contra la Hipertensión Arterial, una organización abierta a profesionales de la medicina y a los enfermos, que está promoviendo por diversos puntos de España simposios divulgativos sobre la hipertensión "De ese porcentaje de enfermos", dice Luque, "unos ignoran que son hipertensos; otros lo saben, pero no se tratan, y hay quienes reciben tratamiento, pero no correcto".

Para Manuel Luque, que habló en el citado simposio acerca de los determinantes genéticos y ambientales de la hipertensión los pacientes se topan "como dicen los americanos, con un asesino silencioso, pues una persona puede tener la tensión alta y sentirse bien hasta que, en un momento dado, la dolencia adquiera mayor gravedad.

En contra de la extendida opinión de que un dolor de cabeza o una sensación de mareo son pruebas de hipertensión en un individuo, este doctor sostiene que no son necesariamente signos válidos, que la única forma de detectar esta dolencia es la toma de la tensión.

El alcohol eleva la presión arterial y se piensa que puede se una causa directa de hipertensión. Sin embargo, la tensión de una persona fumadora "no evidencia una elevación significativa", opina Luque. También actúan como causas directas el sobrepeso, la obesidad y la presencia excesiva de grasas en la dieta. Al parecer, un aporte elevado de sodio (sal) no provoca hipertensión, pero sí contribuye al agravamiento de los enfermos hipertensos.

Por lo que respecta a la dieta española, los internistas asistentes al simposio coinciden con los nefrólogos que acudieron al congreso de especialistas en diálisis y trasplantes, al afirmar que nuestro hábito alimenticio no influye de forma especial en el aumento de la tensión.

Los médicos que atienden a pacientes de hipertensión reconocen que se enfrentan con una enfermedad cotidiana, ante la que los propios hipertensos mantienen una especie de conformidad o tolerancia. Esto hace que muchos de ellos se automediquen.

"Unas acciones efectivas de prevención en la que estén implicados médicos y enfermos reduciría considerablemente el número de personas con presión alta. Un ejemplo lo constituye la campaña realizada en Estados Unidos, entre 1973 y 1978, gracias a la cual disminuyó en más de un 20% la cifra de accidentes cardiovasculares".

Nuevo antihipertensivo

Los participantes en el simposio resaltaron la necesidad de una prevención, pues "el 95% de los casos de hipertensión pueden solucionarse y el tratamiento es barato, pero las consecuencias son caras". El nulo o el insuficiente tratamiento de una hipertensión puede hacer que la persona sea una firme candidata a la insuficiencia renal, al infarto y a los accidentes cerebrovasculares.El profesor Heinrich Knauf, profesor de medicina intema y jefe del Servicio de Nefrología de la Clínica Universitaria de Friburgo (República Federal de Alemania), expuso nuevas posibilidades de tratamiento con diuréticos de la hipertensión arterial y se centró en un producto de reciente introducción en España, cuya sustancia básica, el etozolín u ozolinona, actúa como un hipertensivo de reducidos efectos secundarios. Logra extraer con facilidad el sodio contenido en las células y, al contrario que otros diuréticos, no provoca en el paciente un volumen alto de excreción de orina.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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