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Murió el presidente de la URSS

La OTAN lleva tres meses estudiando el tema de la sucesión de Breznev

Soledad Gallego-Díaz

El problema que plantea en Occidente la sucesión de Leónidas Breznev fue debatido ampliamente en la OTAN hace tres meses, según se supo ayer en Bruselas. La muerte del presidente del Soviet Supremo de la URSS y secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética no ha provocado, sin embargo, el menor comentario oficial de la Alianza Atlántica.

Las distintas delegaciones aliadas despliegan una intensa labor informativa para conocer e intercambiar datos a propósito de la situación interna en la Unión Soviética.La Comunidad Económica Europea, por su parte, no ha emitido tampoco ningún comunicado oficial, pero el presidente del Parlamento europeo, el socialista danés Pieter Dankert, ha afirmado públicamente que Breznev, pese a las críticas que puede suscitar su política, era un hombre de paz, "un hombre", añade Dankert, "que conoció el horror de la guerra y que estaba decidido a evitar que su pueblo sufriera de nuevo esa terrible experiencia".

En medios diplomáticos próximos a a la Alianza Atlántica se consideraba ayer que la muerte de Breznev puede tener como consecuencia inmediata la paralización de todos los foros internacionales, y especialmente de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea, las negociaciones de Ginebra para la reducción de armas nucleares de alcance medio (SS-20 y euromisiles) y las negociaciones para la reducción de armas nucleares estratégicas (Start). La paralización se debería no tanto a la desaparición de Breznev como a la tradición soviética según la cual cuando se abre un período de sucesión los asuntos internos absorben toda la dedicación de los líderes de la URSS, en detrimento de los aspectos internacionales.

Los mismos medios aliados recordaron que Breznev era el responsable de la invasión de Checoslovaquia y de Afganistán, así como de la actual situación en Polonia, pero reconocieron también que fue bajo su liderazgo cuando la URSS aceptó los acuerdos de Helsinki y cuando se puso freno a la carrera de armamentos. "Breznev", añadieron dichas fuentes, "fue uno de los pilares de la política de distensión.

Para dichas fuentes, los últimos discursos de Breznev, en los que se reafirmaba la voluntad de la URSS de mantener su poderío militar, pese a la mala situación económica, estaban dirigidos fundamentalmente a calmar la tensión interna en las fuerzas armadas soviéticas, inquietas por el rearme norteamericano.

Otros medios diplomáticos señalaron que ni la Alianza Atlántica ni Estados Unidos han sido nunca capaces de adelantar el nombre de un sucesor del presidente del Soviet Supremo, pero añadieron que, según las últimas informaciones recibidas, los tres candidatos con más posibilidades son Konstantin Chernenko, a quien se califica de hombre próximo al líder desaparecido; Yuri Andropov, de quien se resalta que conoce muy poco Occidente y que es partidario de una línea dura, y Víctor Grishin, responsable del partido comunista en Moscú, y que al parecer mantenía algunas divergencias con Breznev. La peor solución, siempre según dichas fuentes oficiosas, sería el nombramiento de un militar, como Dimitri Ustinov, al frente del poder civil.

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