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Vauvenargues, la villa donde reposa Picasso, teme convertirse en un gigantesco 'parking'

El Gobierno francés quiere crear allí un museo dedicado al pintor

La intención de la viuda de Pablo Picasso, Jacqueline, de ceder al Gobierno socialista francés de François Mitterrand el castillo de Vauvenargues, donde vivió, trabajó y está enterrado el artista malagueño, ha hallado en la propia abadía de Vauvenargues la más encendida oposición. El alcalde, Christian de Barbarin, socialista, ha señalado, en un número especial del boletín municipal que esta cesión y la subsiguiente creación del Museo o la Casa Picasso convertiría a Vauvenargues "en un gigantesco parking", en un centro dominado por los comerciantes de tarjetas postales y de falsa cerámica, que desnaturalizaría nuestro comercio y nuestra artesanía".

En su carta a los ciudadanos de Vauvenargues, Christian de Barbarin recuerda cuando Picasso decidió comprar el castillo, su euforia ante la perspectiva de vivir en él -lo habitó de manera continua de 1958 a 1960 e, intermitentemente, de 1960 a 1965- y las circunstancias idílicas en que se sucedía allí la existencia de la familia del pintor, que entonces, a los 77 años, vivía un apasionado período creativo. Una enfermedad lo aleja de Vauvenargues, cuyo paisaje rudo le recordaba el de España, le obliga a vivir cerca de sus médicos, en Mougins. La muerte lo devolvió a aquel paisaje atormentado; allí está enterrado y allí su tumba recibe los días 8 de cada mes la visita fiel de su viuda. "Regularmente, yo soy el testigo" de esas visitas, señala el alcalde de Vauvenargues a sus conciudadanos.Los problemas comienzan para el alcalde cuando Jacqueline Picasso decide visitar, en mayo de este año, al presidente Mitterrand y le confirma su intención de donar a Francia el castillo en el que está enterrado su marido para convertirlo en un museo que albergue gran parte de su colección personal.

"Todos sabíamos", reflexiona el alcalde en su carta a sus conciudadanos, "que esta perspectiva existía, pero nada preciso se había formulado hasta ahora".

La perspectiva inquieta gravemente al alcalde, que plantea una doble certeza: en primer lugar, la de que Jacqueline quería, en efecto, convertir el castillo en museo con una parte de las obras picassianas de las que ella misma es propietaria. Y en segundo lugar, este museo no podía ser otra cosa que una institución del Estado, porque la municipalidad no la podría pagar. De estas certezas nacen otras hipótesis: ¿Va a aceptar el Estado la donación? ¿Se empeñará el Estado en la inversión para reconvertir el castillo en museo? ¿Qué estatuto jurídico será el de este museo? ¿Hallará el Estado una fórmula original que una a la región, a la comunidad municipal y a la propia Jacqueline en la gestión del centro? El alcalde se pregunta, además, por la naturaleza de las obras que van a ser donadas.

Un proyecto que preocupa

En cualquier caso, Christian de Barbarin tiene claro que "este proyecto no se puede realizar sin el acuerdo del Municipio y sin la adhesión de los habitantes de Vauvenargues". En principio, el proyecto "preocupa", como mostró, según el alcalde, una encuesta realizada en 1980. La perspectiva de que Vauvenargues se convierta en un centro de¡ comercio de la tarjeta postal, en la capital de una artesanía engañosa y, en fin, en "un gigantesco parking' es la que hace pensar al alcalde en que Vauvenargues no sería la que era. Su inquietud le lleva a plantear la necesidad de abrir un debate, que se ha inaugurado con su carta y cuyas premisas fundamentales mezclan la defensa del medio ambiente, las influencias económicas, sociales y financieras que la creación de este centro tendría sobre la comunidad.Un equipo de sociólogos y urbanistas van a estudiar en profundidad el tema y van a ofrecer sus conclusiones. El castillo es, además, el centro de algunas de las reuniones municipales en las que Vauvenargues trata de defender, como puede, la memoria de Picasso en un ambiente más tranquilo que el que el alcalde estima que podría crearse en el lugar cuando el museo sea centro de peregrinación.

Vauvenargues es un castillo del siglo XV, situado a 14 kilómetros al nordeste de Aix-en Provence. Picasso compró el viejo château y 1.500 hectáreas en la falda septentrional de la montaña de Saint-Victoire, que Cézanne pintó tantas veces cuando vivía en Aix-en-Provence.

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