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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Somos la gente

Considerar las películas únicamente como obras de sus directores conduce a veces al error: son otros sus autores fundamentales. Las uvas de la ira, por ejemplo, debe incluirse antes en la programación general de los estudios de cine norteamericanos durante los años del plan liberal que propuso Roosevelt para hacer frente a la crisis económica. que a la evolución privada de su director, John Ford.De hecho, Las uvas de la ira no corresponde escrupulosamente a los planteamientos ideológicos de otras obras posteriores del mismo cineasta y sí, en cambio, al espíritu que inspiró gran parte del cine norteamericano de los años treinta.

Las uvas de la ira fue realizada al filo de la década, en 1940. Inspirada en la novela de Steinbeck de la que no se ilustraron los aspectos más politizados, aportó en aquel momento una amarga visión de la realidad que el crack de 1929 había creado entre las modestas familias de miles de campesinos.

Las uvas de la ira

Director: John Ford. Guión: Nunnally Jhonson sobre la novela de John Steinbeck. Fotografía: Gregg Toland. Música: Apred Newman. Intérpretes: Henry Fonda, Jane DarweIl, John Carradine. Charley Grapewin. Norteamericana 1940. Drama.Local de estreno: Luchana 1. 27 de octubre.

Muchos de estos campesinos tuvieron que abandonar sus tierras y buscar en otros lugares el trabajo que necesitaban para subsistir en los términos más esenciales.

Sentimentalismo al límite

Steinbeck concretó ese éxodo en la historia de una familia cuyo primogénito, un muchacho inconformista, se encuentra aún en deuda con la justicia.Los problemas internos de esos personajes se aunaron con inteligencia al conjunto social que reflejaba la novela. John Ford desarrolló el sentimentalismo hasta el límite que marcaba la crónica social.

Henry Fonda realizó en esta película uno de los trabajos que más se han destacado en su filimografía. No obtuvo, sin embargo, el Oscar que merecía, aunque si le fue otorgado uno a Jane Darwell que, en el papel de la madre, compuso uno de los personajes más inolvidables de Las uvas de la ira y de la estética de Ford.

Ya es sabido que el director tuvo siempre en alta estima la defensa de la familia y, en ella, el papel jugado por las mujeres. Jane Darwell dio vida a una de ellas: la sacrificada y valiente madre que sabe en todo momento corno proteger a sus hijos. Oída ahora en versión original su trabajo es antológico.

Fue su personaje el encargado de compensar, al final de la película, la dureza de las situaciones vistas anteriormente. Su apasionada esperanza sintetizaba la esperanza de los espectadores: "nunca volveremos a tener miedo"'.

El país había despegado de la ruina y creía en el optimismo de Roosevelt "somos indestructibles porque somos la gente". Poco después, la guerra y sus secuelas transformaron esa esperanza en patriotería y fue John Ford uno de los encargados en divulgarla.

La superficial seguridad. de sus inevitables personajes heroicos contrastó con el exquisito mimo que había mostrado en Las uvas de la ira al narrar con sensibilidad un melodrama convertido en documento gráfico y sonoro.

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