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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El rumor

Si los pregolpistas fueran más sutiles, cabría suponer que propician el deslizamiento de organigramas imposibles para, mediante el rumor, favorecer el voto del miedo el voto de la seguridad, el voto del Orden. Si los pregolpistas fueran más sinuosos, cabría suponer que están haciendo la guerra del rumor, tan eficaz como el golpe mismo, y mucho más descansada Pero no. Lo que pasa es que han descubierto el poder electoral -contraelectoral- del rumor cuando, entorpecidos los golpes a tiempo, han seguido circulando los rumores, como el golpe, por otros caminos. Abrazo a Gutiérrez-Aragón (con una rarísima cazadora de pana roja) cuando se va a Barcelona a presentar Demonios en el jardín:

-Los demonios los tenemos en el jardín y hasta en la cocina, Manolo -le digo.

Son nuestros demonios interiores, nuestros demonios familiares, el demonio de la violencia, de la fuerza, de la intransigencia, del miedo a nosotros mismos. No hay otro demonio que el miedo al Demonio, como quizá saben los ateos y hasta los teólogos. Lo dijo Maritain:

-Satán es puro.

Satán es puro porque se nuestro contra/ángel de la Guarda, el ángel custodio que unos días amanece Tejero y otros Fraga y otros legión fantasmal por el Puente de los Franceses, ya nadie pasa, ya nadie pasa, ay Carmela, ay Carmela.

Hay algunos españoles que, como Sartre hubiera dicho de Baudelaire, necesitan la mirada de la autoridad, del Padre, de Dios o el demonio, porque no saben ser libres.

Dice el libro de estilo de este matutino catalán/manchego que "los rumores no son noticia". No serán noticia, pero son eficacia.

De hecho, las crecidas de Fragalianza (catastróficas, como las del Turia en estos días), crecida que han reflejado las sofemasas de este periódico, están alimentadas en buena medida, involuntariamente, por el voto del miedo, el afán neurótico de seguridad -¿y por qué no podemos vivir seguros?- y eso que Fraga le dijo a un periodista:

-A mí estas cosas de los militares no me pasarían, porque yo sé mandar. Le pregunté hace poco en un almuerzo, a don Manuel, si él se considera el único interlocutor válido del Ejército, y me contestó inteligentemente que no.

La confusión Ejército/golpismo sería gravísima, y nadie va a incurrir en ella. Pero la confusión golpe/rumor de golpe ha llegado a ser absoluta, de manera que ya no se hace preciso dar un golpe de mano, no por decir de Estado, para cambiar el rumbo de la Historia, sino que basta con hacerse una radio de galena, con una caja de betún vieja (era la tecnología de postguerra), y difundir rumores golpistas por la terraza de casa, para tener el personal acollonado, como diría Luis María Ansón con neologismo/arcaísmo que nunca le agradeceremos bastante en nuestro acollonamiento.

La derecha ultraperdedora y el cuarentañismo épico, a favor de un Gobierno que no sabe: hacer bien unas elecciones, ha llegado a crear unos índices de contaminación psíquica que nos sitúan ya en los comicios del miedo. Y con el miedo empujando por la espalda es muy crudo votar libertad. Por eso mismo resulta más de admirar el pueblo español que, cercado de rumores y radiogalenas, sigue haciendo crecer el termómetro psocialista, siempre según los gráficos. Cuando cierta derecha reciarre al ultrarrumor, que es la forma menos arrogante de la amenaza, es que se encuentra ligeramente moribunda.

Pero el alarmismo, más que una manera de ganar elecciones, es una manera de deteriorarlas. La falacia democracia/desgobierno funciona hoy en el mundo entero a izquierda/derecha. Hasta el 28 viviremos la guerra civil del rumor.

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