La solidaridad de la población evitó una catástrofe mayor
Las localidades de Cabarda, totalmente arrasada, Alcira, que continúa incomunicada por completo y Alberique, cuyos habitantes se han encontrado ayer con sus viviendas destrozadas y con sus huertas totalmente cubiertas por el agua, podrían significarse como los núcleos más devastados por el temporal sufrido en el País Valenciano y por la erosión y posterior derrumbamiento de la presa de Tous. Muchos de los habitantes de estas zonas tuvieron que refugiarse en las partes altas de la ribera del Júcar, donde durmieron y donde continuaban a la intemperie mientras se les facilitaban alimentos y ropa, ya que "se han quedado con lo puesto".
Pocos durmieron durante la noche del temporal. Los helicópteros del Ejército no dejaron de batir las zonas más afectadas por las inundaciones. La Policía Nacional tuvo que recorrer pueblo tras pueblo, entre el agua y el barro, para sacar de "sus jaulas" a muchos de los habitantes que sufrían el temporal, y la Cruz Roja y Protección Civil no desperdiciaron un instante durante la madrugada en recoger y distribuir posteriormente mantas, medicamentos, alimentos, etcétera.Pero sin duda la labor más significativa fue la de los propios habitantes de los pueblos inundados que, en muchos casos, recorrieron varios kilómetros de monte en plena noche para ayudar y sacar de las fuertes corrientes de agua a sus vecinos. Esta cooperación consiguió que el temporal y la rotura de la presa no acabaran en un verdadero desastre con decenas de muertos.
Dos redactores de este periódico salieron esa noche de Madrid junto al convoy de la Cruz Roja y pudieron comprobar el despliegue de medios humanos y técnicos que se realizó a lo largo de toda la noche y el día de ayer. Muchas personas fueron rescatadas de una muerte segura por equipos que patrullaban en lanchas zodiac, con la ayuda de helicópteros del Ejército y gracias al "brazo con brazo" de unos y otros.
La erosión de la corona de la presa de Tous y su posterior derrumbamiento, que se produjo alrededor de las cuatro de la madrugada del jueves, pudo suponer una de las mayores catástrofes sufridas en España. A pesar de ello, y aunque la situación todavía es muy difícil en algunas poblaciones, el desastre no llegó a consumarse.
La presa ole Tous, con capacidad para 51,5 millones de metros cúbicos de agua soportó durante más de dos horas un total de 120 millones de metros cúbicos hasta que reventó. El responsable directo de la presa, José María González Marín, y dieciséis trabajadores, pasaron gran parte de la noche incomunicados y sin dormir al frente de sus puestos de trabajo mientras la angustia se cernía sobre ellos al no saber nada de sus familias, que viven en los pueblos de la ribera, justamente los más afectados. Muchos de estos trabajadores hoy ya no tienen vivienda.
Agua en el segundo piso
La localidad de Cabarda, con 1.500 habitantes resultó completamente arrasada. El agua llegó hasta el segundo piso de las casas. Nadie tiene ahora vivienda. Cabarda es un vasto barrizal donde no hay más que muebles y vehículos destrozados por sus intransitables calles. La mayoría de sus habitantes pasaron la noche en el monte y en una pequeña nave donde frente, a una lumbre de leña estuvieron varias familias, cinco ancianas y unos quince niños. No les queda nada más que las ropas que visten.Un matrimonio y sus dos hijos pasaron la noche encima del armario de una de sus habitaciones y fueron rescatados cuando el agua estaba a cuatro dedos de sus cuerpos. Un anciano que también pasó la noche en' su casa, solo, manifestaba ayer: "qué iba a hacer; he pasado varios años de guerra y no voy a pasar esto... ". Las ancianas, sentadas frente al fuego solamente se quejaban de que "después de cinco años mimando nuestros huertos, ahora no tenemos absolutamente nada. Todo está deshecho".
Teresa Jiménez, de catorce años de edad, hija de un guardia civil de Cabarda decía a este periódico que "todavía no sé nada de mi padre ni de mis hermanos. Cada uno anda por un sitio. Solo estoy aquí con mi madre y mi abuela".
Por otra parte, la zona más baja del pueblo de Alberique estaba completamente inundada. Los afectados no podían ocultar su desolación. Pasaron desde primeras horas de la madrugada sacando agua y barro de sus casas. Sus muebles eran puras astillas y la zona era un desierto de lodo. Sus huertas han desaparecido bajo el agua.
Así, el matrimonio Arnau, con tres hijos, u Olegario Ortega, un joven agricultor o Joaquín Manuel Castaño y su familia, no tenían otras palabras: "Esto es una hecatombe. No tenemos nada. Estamos en la calle. En estas y otras poblaciones afectadas seriamente por las inundaciones, como Benegida, Cárcer o Alcántara, los cuerpos de seguridad estaban montando ayer campamentos en los montes para cobijar a los "evacuados forzosos".
En Alcira, la incomunicación era total. En la tarde de ayer no se podía llegar por carretera al pueblo y la mayoría de los postes de la luz que le rodean se habían derrumbado. Es una inmensa laguna y se teme que en esta localidad pueda haber nuevos cadáveres.
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