4.000 personas que viven entre las chozas y el 'reggae'
Cerca de 4.000 trabajadores negros, procedentes de Senegambia, Nigeria y Camerún, se han afincado en el Maresme desde 1979. Generalmente habitan en pisos modestos y sótanos de los barrios periféricos de los pueblos de la comarca, en los que conviven en grupos de ocho y hasta diez personas. Los menos afortunados han tenido que contentarse con chozas de madera y uralita, que les ceden los propietarios en las mismas explotaciones.Su estructura familiar se basa en las costumbres tribales, con un jefe que decide sobre todo lo que hay que hacer, reparte el dinero en caso de necesidad y hasta dirige sus ceremonias religiosas los domingos por la mañana, mirando a La Meca, ya que en su mayoría son de religión musulmana. Cuando llegan por primera vez a la costa del Maresme, sus familiares les mantienen económicamente, hasta que encuentran trabajo.
Es habitual verlos por la calle paseando en grupo, ataviados con sus chillonas vestimentas verdes y rojas, chasqueando los dedos y evolucionando al ritmo del reggae que suena estridentemente en un magnetófono.
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