Éxito de una operación policial contra las Brigadas Rojas y grupos fascistas italianos
La doble operación antiterrorista llevada a cabo en las últimas 48 horas en Nápoles contra las Brigadas Rojas y en Milán contra la extrema derecha fascista demuestra, según los primeros comentarios políticos, que la lucha contra la subversión es sobre todo un problema de servicios secretos y de eficacia de las fuerzas del orden. "Cuando se quiere", afirman los analistas, "se les coge".
La importancia de la operación de Nápoles contra las Brigadas Rojas estriba no sólo en su resultado concreto, ya que han sido detenidos nada menos que once terroristas -entre ellos el jefe del grupo, Vittorio Bolognesi- y descubiertas siete bases, sino, sobre todo, en el hecho de que la columna de las Brigadas Rojas que actuaba en Nápoles era en la actualidad la única prácticamente íntegra contra la que parecía imposible luchar. En el sur de Italia se habían refugiado los últimos residuos de las otras columnas brigadistas desarticuladas por el asesinado general de carabineros Carlo Alberto dalla Chiesa. Y allí, aprovechando la desazón profunda producida por la dolorosa situación económica de Nápoles y alrededores y el desconcierto sembrado por la Camorra, con sus más de doscientos muertos en lo que va de año, las Brigadas Rojas se estaban organizando para lanzar la campaña terrorista de otoño, con lo que pretendían demostrar que la subversión de la extrema izquierda seguía en pie.Por los documentos y material incautado en las siete bases des cubiertas parece claro que se estaban preparando en ápoles dos importantes secuestros de personas y un ataque en toda regla a la cárcel de Poggioreale para demostrar la propia eficacia ante la Camorra, protagonista en las revueltas carceleras. Aunque hay quien piensa que el ataque a la famosa cárcel lo iban a efectuar las Brigadas Rojas en colaboración y con la ayuda de la Camorra. Muy probablemente, las Brigadas Rojas de Nápoles han caído en manos de la justicia porque la policía napolitana en pleno había jurado, a mediados de julio, que no habría vacaciones hasta que no hubiera detenido a los brigadistas asesinos de su jefe.
En Milán, la columna norte de la banda Cavallini, "el grupo más importante, feroz y sanguinario de los grupos armados neofascistas", como la definió ayer el Corriere della Sera, acaba de recibir también un duro golpe con la detención de cuatro integrantes del NAR (Núcleos Armados Revolucionarios). La operación contra estos neofascistas, uno de los cuales es acusado por la justicia de haber participado en la matanza de la estación de Bolonia, ha sido realizada conjuntamente por policía y carabineros. Parece ser que la operación está aún en marcha, aunque fuentes bien informadas afirman que se han escapado una vez más los número uno y número dos de la banda Cavallini, es decir, Gilberto Cavallini y Pasquale Belsito. Pero el hecho de que las fuerzas del orden hayan detenido al número tres, Roberto Frigato, uno de los asesinos más peligrosos del NAR, hace pensar a la policía que pronto podrá capturar al resto de la banda neofascista.
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