Los teatros japonés, alemán y húngaro triunfan en el festival de Belgrado
El jurado del XVI Festival Internacional de Teatro de Belgrado, más conocido por sus siglas de Bitef, concedía el viernes su premio a tres obras bien distintas: la japonesa El niño de la mandarina, interpretada por el teatro de Sankey Yuku; La muerte de Danton, a cargo del teatro de Berlín Oriental, y el sorprendente Marat-Sade, que interpretó un grupo húngaro poco conocido, que desbordó las cotas ,de entusiasmo en un público que además le concedió su premio.
Aisio Amagachu, director de El niño de la mandarina, aclaraba a los atónitos belgradenses que esta obra está concebida exclusiva mente, en un principio, para las condiciones de Japón, donde con siguió dos años de llenos en Tokio.
La muerte de Danton, obra de o Georg Büchener, interpretada por el Teatro Alemán de Berlín Oriental bajo la dirección de Alexander Lang, confirmaba al teatro alemán de una u otra Alemania en su alto nivel a escala mundial, en tanto que el Marat-Sade, de Peter Weiss, a cargo del Teatro Húngaro de Csiky Gergell Szinhaz, dirigido por Janos Acs, constituyó la sorpresa de crítica y público, abundante con frecuencia en sectores que menosprecian las realizaciones de países vecinos.
Catorce compañías de todo el mundo han participado en este Bitef, que en sus dieciséis años de historia ha catapultado rumbo a la fama a varios grandes nombres del teatro actual. "Los veíamos actuar en Belgrado antes de aprender a deletrear sus nombres extraños", declaraba el año pasado Nuria Espert, cuando ofreció aquí un recital de poesía junto con Rafael Alberti. La crítica dice que éste ha sido uno de los mejores, pero el público no ha respondido. Una de las razones es el precio de las localidades en una Yugoslavia en crisis económica. Otra, según algunos, es la falta de espectáculos plena mente teatrales.
Babelia
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