_
_
_
_

La Asamblea de las Naciones Unidas, un foro internacional cada vez más anquilosado e inoperante

Invariablemente por esas fechas, cada año comienza el desfile de ministros por el rascacielos de 36 pisos sede de las Naciones Unidas, en Nueva York. Los discursos y las entrevistas se entremezclan con las recepciones, las cenas o las compras en los lujosos almacenes neoyorquinos para las esposas que acompañan a sus maridos en el tradicional peregrinaje a la ONU. Mientras, el mundo suma guerras y violencia que la ONU contabiliza y denuncia. Casi nunca y previene o evita. Casi siempre hay que contar muchas víctimas antes de que la ONU eleve su voz, pocas veces escuchada. En resumen, la retórica vence a la acción en este anquilosado foro, ante el que mañana intervendrá el titular español de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez Llorca.

Más información
Piniés, la voz de España en la ONU

La 37ª Asamblea General, que empezó el pasado martes, poco variará en su temario de las últimas celebradas. Sólo añadirá algunos conflictos a su agenda, como el de las Malvinas. El resto es una repetición de clásicos. La guerra de Oriente Próximo, la guerra entre Irán e Irak, la guerra en Afganistán, la guerra en Camboya, la guerra en Namibia, la guerra en el Sahara Occidental.Sombrío panorama de tantas guerras, guerrillas o conflictos, que indujo al nuevo secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, a denominar las cosas por su nombre: "El mundo va hacia la anarquía". ¿Puede hacer lago la ONU para evitarlo? Pérez de Cuéllar, al menos, quiere intentarlo.

Cuando la ONU fue creada en 1945, al término de la segunda guerra mundial, formaba un foro de 51 naciones con clara predominancia de Estados Unidos y la mayoría de países occidentales. La guerra fría de los años cincuenta radicalizó las posturas entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y la URSS. El proceso de descolonización de la década de los sesenta, una de las grandes tareas de las Naciones Unidas realizada a través del Comité. para la Descolonización, cambió completamente el panorama de la ONU.

La Asamblea General reúne hoy a 157 Estados miembros, teóricamente con igualdad de derechos a la hora del voto. Un mismo voto para Estados Unidos que para las islas Seychelles. Washington ha perdido su influencia en el control de la ONU hasta el punto de que muchos políticos y comentaristas se preguntan, en EE UU para qué sirve la ONU si la mayoría de votos son críticos para Washington.

Pero el verdadero órgano ejecutivo de la ONU radica en su Consejo de Seguridad. Quince Estados miembros, presididos por rotación, se reúnen periódicamente en función de las crisis mundiales. Pocas veces votan unánimemente ante las diferencias de intereses. Los países del Tercer Mundo, por otra parte, denuncian la estructura de cinco países con derecho permanente (Estados Unidos, Unión Soviética, China, Reino Unido y Francia), que cuentan además con derecho de veto.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El bloqueo del mecanismo del Consejo de Seguridad y, más grave aún, la escasa o nula influencia que tienen sus resoluciones para los países afectados (la última prueba la ofrece casi a diario el caso de Israel) son, el principal capítulo de inquietud para el secretario general, Javier Pérez de Cuéllar. De ahí sus ideas de reactivar la actuación del Consejo de Seguridad, y de obligar a Estados Unidos a que cumpla las resoluciones. Pero que el Consejo de Seguridad pueda prevenir los conflictos, en vez de simplemente constatarlos, constituye la esencia de las propuestas del secretario general.

Jeane Kirpatrick, la influyente embajadora de EE UU en la ONU, que diferencia sutilmente entre regímenes dictatoriales (países comunistas) y regímenes autoritarios (países no menos represivos, pero bajo influencia capitalista), saludó las propuestas de Pérez de Cuéllar de manera positiva. Otras delegaciones también dieron la bienvenida a las iniciativas.

La colmena humana

La carta de las Naciones Unidas define a la ONU como "el Parlamento de las, naciones". Aun siendo cierto, la realidad lo convierte más bien en el Parlamento de papel. Miles y miles de documentos, muntiplicidad de sesiones maratonianas y, a fin de cuentas, frustración para gran parte de los 17.000 funcionarios que integran el personal de la ONU, (unos 40.000 en total, entre los quince organismos especializados, distribuidos por el mundo) son la tónica general de esa colmena humana llamada ONU.En el departamento de Prensa de las Naciones Unidas se considera, con razón, que los beneficios de la ONU, sobre todo a través de sus agencias especializadas, como la FAO, para la agricultura; la UNICEF, para la infancia, o la UNESCO, para la cultura, aportan considerablemente más beneficios a la humanidad que el coste -proporcional a su poderío económico- que supone a cada Estado la contribución al presupuesto general de la ONU.

Sin embargo, el ambiente general de trabajo en las oficinas de la ONU y entre los representantes de los 157 Estados miembros es de pesadez y discutible eficacia. Una encuesta realizada por el Instituto de Investigación de la ONU concluyó que el 77% de personas consideran que las agendas son demasiado pesadas, el 76% se queja de que las reuniones casi nunca comienza a la hora prevista, y un 72% opina que la ONU produce excesivo papeleo.

Durante la Asamblea General pasarán por la sede de la ONU va rios jefes de Estado o primeros ministros, hablarán unos setenta ministros de Asuntos Exteriores, se movilizarán unos 4.000 diplomáticos y no menos de un millar de periodistas. La Asamblea vivirá intensas horas durante las primeras semanas. Después, la tensión se relajará y llegarán las vacaciones de Navidad. El húngaro Imara Hollai es el presidente de esta 37ª Asamblea General.

Más información en la página 13

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_