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CINE /'CORAZON DE PAPEL'

¿Hay libertad de expresión?

¿Ha permitido la democracia una auténtica libertad de expresión? Es la pregunta que se hace Roberto Bodegas en una comedia que roza lo humorístico para abordar con mayor dramatismo la respuesta negativa que puede darse a esa pregunta. No se ha planteado Bodegas una anécdota significativa, pero sí una parábola que sirve como aproximación a una duda que trasciende los límites de una película.Según el autor, hasta aquellos convertidos en demócratas por mor del oportunismo, son víctimas de las presiones que ocultan la verdad. En este caso, un ex divisionario es quien quiere defender su derecho a publicar las noticias que conoce. Son otros militantes como él quienes le impiden realizar su derecho.

Corazón de papel

Director: Roberto Bodegas. Guión: Manuel Albignoni, Jaime de Armiñán y Roberto Bodegas. Fotografía: Manuel Rojas. Música: Carmelo A. Bernaola. Decorados: Gil Parrondo. Productor: Antonio Martín. Intérpretes: Antonio Ferrandis, Patxi Andión, Ana Obregón, Héctor Alterio, Eduardo Calvo, Francisco Vidal. Comedia dramática. Española, 1982. Locales de estreno: Amaya y Sáinz de Baranda.

Las relaciones entre el viejo periodista y el brillante joven que trabaja en la agencia de noticias son lo mejor de la película. En ellas encuentra Bodegas una razón dramática a través de la cual puede desarrollar el tema básico. Todo lo que éste tiene de débil, se acrecienta con la relación tanto amorosa como competitiva entre ambos personajes. Patxi Andión es quien da la réplica en este enfrentamiento a Antonio Ferrandis. Desde que el cantante trabajara a las órdenes del mismo Bodegas en Libertad provisional no había logrado una calidad interpretativa similar.

Corazón de papel se presentó por vez primera en el reciente festival de Montreal. Allí consiguió interesar a los espectadores salvo en la secuencia final que decepcionó a todos. En ella, la historia que se había narrado quedaba reducida a una especie de ensoñación, al libro que otra joven periodista había escrito para denunciar las presiones que la Prensa tiene a veces que acatar. Afortunadamente, en la versión que ahora se estrena en todos los cines de España, esa secuencia ha dado pie a la que originalmente estaba escrita en el guión: en ella, los herederos de la tragedia narrada deciden continuar la lucha, probablemente una lucha inútil, pero, en todo caso, la única que cabe hacer.

Las dudas que pudo tener Bodegas para acabar su historia de una u otra manera quizá se debieran a la inestabilidad profesional que padece desde, precisamente, aquella Libertad provisional, que fue injustamente agredida en el festival de San Sebastián donde se presentó, a pesar de ser la mejor película de su autor. La crítica, a veces, es injusta. Sólo a veces.

Ha encontrado, sin embargo, nuestro director la manera de continuar su trabajo que ya iniciara con brillantez en Españolas en París, que interesó tanto en España como fue repudiada por las criadas españolas que vivían en Francia al creer que, por no citar todos los aspectos de su vida, traicionaba la película la verdad. Ahora, algunos periodistas pueden pensar lo mismo al contemplar Corazón de papel. Y puede deberse esa falta de profundidad a la misma razón: Bodegas necesita una mayor continuidad en su trabajo, verse asegurado; de lo contrario, corre el riesgo de mantener en la epidermis de cuanto le importa. No aparece reflejada en la película toda la realidad de la llamada prensa del corazón, pero sí es la primera vez que se narran muchos de sus elementos con el rigor al que Bodegas nunca ha sido ajeno.

Esta debilidad está compensada por la eficaz interpretación de Antonio Ferrandis, que tiene ya la primera oportunidad para superar el tópico en el que ha sido encerrado por su éxito en Verano azul. Y además del Patxi Andión ya citado, todos los actores de la película superan con su trabajo el esquematismo de partida. Hasta Ana Obregón hace una interpretación que permite empezar a considerarla como una actriz a respetar.

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