Bechir Gemayel, ¿señor de la guerra o jefe de Estado?
Bechir Gemayerl "el jefe de una tribu guerrera", "el hombre impuesto por el enemigo israelí y elegido bajo la protección de sus cañones", como lo calificaban sus enemigos a finales de agosto, y al que había que boicotear, había pasado a ser en septiembre un interlocutor aceptable con el que veinticinco responsables musulmanes, encabezados por el ex primer ministro Saeb Salam, cercano a Arabia Saudí, se mostraban dispuestos a dialogar "por el bien de Líbano", dando así a Gemayel "el tiempo necesario para hacer sus pruebas" como pedía el rotativo An Nahar, el más influyente de los diarios libaneses.El antiguo señor de la guerra, que debería haber tomado posesión el próximo jueves, pretendía ganarse la confianza de aquellos a los que combatió durante largos años actuando "como un hombre ajeno a las fracciones y a los partidos", según prometió en un discurso pronunciado tras su elección ante los 57 diputados que hicieron posible su frustrado acceso a la presidencia y los cinco que votaron en blanco.
Nada, aparentemente, en su corta pero agitada biografía le predisponía al diálogo, pero desde su elección intentó sutilmente distan ciarse de su padrino israelí para acercarse a sus conciudadanos musulmanes, durante años aliados de los palestinos.
Con sus 34 años, iba a cumplir 35 en noviembre, la corta vida del jeque Bechir es una larga historia de hazañas guerreras desde que, a finales de los años sesenta, peleaba con cadenas y barras de hierro en el campus de la universidad jesuita de Saint Joseph, en Beirut, donde se licenció en Derecho y Ciencias Políticas, hasta julio de 1980, cuando absorbió por la fuerza a la milicia rival cristiana del Partido Nacional Liberal, del ex presidente Camille Chamoun, pasando por la guerra civil libanesa en 1975-1976.
No hay un solo episodio sangriento de la historia reciente de Líbano del que se pueda disociar su nombre.
Fundador de la Falange Nacido en 1947 en la localidad de Bikfaya, en la montaña maronita, era el menor de los seis hijos de Pierre Gemayel, farmacéutico, fundador en los años veinte de la falange libanesa (Kataeb) y admirador, en sus tiempos, de Hitler, Mussolini y Franco. Fue incluso invitado por el führer a los Juegos Olímpicos de 1936.
El fallecido presidente-electo cursó el bachillerato en un colegio de jesuitas al tiempo que, a partir de 1960, seguía un entrenamiento militar falangista y asumía cargos en el partido de su padre, donde fue, con tan sólo 22 años, responsable de su pueblo natal y, a los 24 años, jefe del sector de Ascherafleh, principal barrio cristiano de Beirut este.
La guerra civil le incitará a quitarse la toga y cerrar definitivamente su bufete de ahogado, ubicado en el barrio beirutí de Hamra, para convertirse en verdadero jefe militar, sobre todo a partir de 1976, año en el que murió en combate William Haoui, jefe de la milicia falangista. Tanto el famoso sábado negro, matanza perpetrada en diciembre de 1975 en la que doscientos musulmanes libaneses detenidos a boleo en los controles falangistas fueron ejecutados en el Centro de Beirut, como el asesinato, en enero del año siguiente, de quinientos civiles palestinos en el barrio de chabolas de la Quarantaine le son directamente imputables.
Revancha de los 'fedayin'
La revancha de los fedayin palestinos y libaneses musulmanes por lo ocurrido en la Quarantaine se materializará con la matanza de cientos de cristianos de la ciudad de Damour, a quince kilómetros al sur de Beirut.
Alimentada por sus proezas bélicas, casi siempre al frente de sus compañeros de armas, su leyenda guerrera se va poco a poco forjando, repercutida y exagerada por los relatos de sus seguidores, que no dudan en afirmar, por aquel en tonces, haberle visto conducir su coche con la cabeza de un guerrillero palestino colgando del parachoques, o que achacan su detención en 1970, en los alrededores del campamento palestino de Tell el Zaatar, al descubrimiento en su maletero de una cabellera de fedayin.
Bechir Gemayel seguirá estando a la altura de su reputación en la tensa posguerra libanesa, salpicada durante largos meses en 1978 y 1981 de graves enfrentamientos con las tropas sirias.
Simpatizantes de Siria
Mientras multiplica sus declaraciones calificando a los palestinos de "pueblo que sobra en la región" y asegura que "para reconstruir el país hay que empezar por hacer tabla rasa en Líbano", sus hombres darán muerte el 13 de junio de 1978 a Tony Frangié, el hijo predilecto de otro de sus rivales (el ex presidente cristiano Soleiman Frangié), asesinado en la localidad de Eliden junto con su esposa y su hija de tres años -degollada como un cordero, según palabras de su abuelo- y treinta de sus partidarios. Todos eran "culpables" de simpatías prosirias. Dos años más tarde, el 7 de julio de 1980, cerca de doscientos militantes y cuadros del Partido Nacional Liberal (PNL), de Camille Chamoun, perderán también la vida cuando la milicia falangista decidió incorporar el PNL a sus filas a punta de bayoneta.
Nacen entonces las Fuerzas Libanesas que, con sus 6.000 hombres y 15.000 reservistas, reagrupan, además de los falangistas, a los llamados tigres -milicianos del PNL- y a los Guardianes del Cedro, otro grupo armado cristiano. Jeque Bechir había concretado así la primera parte de su sueño: convertirse en el máximo y único jefe de los cristianos libaneses. Le quedaba por realizar la segunda y última parte que, según un oficial del servicio secreto israelí, el Mossad, que estableció, al parecer, su perfil psicológico en 1976, cuando Bechir Gemayel se embarcó a bordo - de un barco que navegaba cerca de Chipre, consistía en llegar a ser presidente de Líbano. Antes, el caudillo guerrero tuvo sin embargo, que pagar su tributo a la violencia: su primera hija murió en 1979, cuando tenía dos años, en un atentado dirigido contra su padre. Desde entonces había tenido dos hijos más, un niño y una niña.
¿El hombre de Israel?
Históricamente, el jeque Bechir no fue el hombre que entró primero en contacto con los israelíes Fue Camille Chamoun quien, en la primavera de 1976, cuando el Ejército sirio, recién entrado en Líbano, se comportaba aún como aliado de los cristianos maronitas, tomó la iniciativa de establecer las bases de la alianza con el Estado hebreo.
Pero qué duda cabe de que Bechir Gemayel la potenció hasta el punto de prometer al ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, en los meses que precedieron a la invasión asaltar con sus fuerzas e feudo palestino de Beirut oeste, una vez que el Tsalial se hubiese encargado de preparar el terreno militarmente. Pero el jeque Bechir se retractó. El precio a pagar era, probablemente, demasiado alto en vidas humanas de milicianos cristianos.
Los kataeb quisieron, sin embargo, aprovecharse de la invasión israelí para apuntarse algún tanto intentando penetrar en la región montañosa del Chuf druso, donde fueron acogidos a balazos por militantes del Partido Socialista Progresista, Partidarios de Walid Joumblatt. El Ejército israelí se interpuso acuartelando a los milicianos cristianos.
Desde que fue elegido presidente, el cadete del clan Gemayel se esforzó, sin embargo, por disociar se de su aliado israelí para poder así, como declaró recientemente al semanario francés L'Express, "reunificar el país y los corazones" y conseguir la evacuación de los 10.452 kilómetros cuadrados de territorio libanés por todas las fuerzas extranjeras que aún lo ocupan, léase sirios e israelíes.
Pero tanto el primer ministro israelí, Menájem Beguin, como Ariel Sharon no parecían dispuestos a facilitarle la tarea y proyectaban -y proyectan- mantener indefinidamente una "zona de seguridad" en el sur del país, controlada directa o indirectamente por' Israel, a menos que se firme un tratado de paz bilateral que conlleve 14 apertura de relaciones diplomáticas entre Beirut y Tel Aviv.
El que se iba a convertir la semana próxima en el más joven jefe de Estado de Líbano y Oriente Próximo, que, antes de su elección, anunciaba a bombo y platillo su intención de firmar dicho tratado con el Estado hebreo, había enmudecido sobre el tema desde el 23 de agosto.
Colaboración musulmana
La razón es que los musulmanes libaneses, debilitados por la guerra y la salida de los combatientes palestinos, podían estar, como afirmaba Nabih Berri, líder del movimiento chiíta Amal, "dispuestos a colaborar para promover la reconciliación nacional, pero por el tratado con Israel pasa la línea divisoria".
La mayoría islámica de Líbano que, exhausta por ocho años de guerra casi ininterrumpida, aspira, como los cristianos, a vivir por fin en paz, aunque hubiera sido bajo la autoridad de Bechir, Gemayel, no aceptará jamás un pacto con el enemigo que aísle al país de su entomo árabe. Y esto el jeque Bechir lo sabía. De ahí que los últimos rumores le atribuyeran la intención de reinstaurar el armisticio líbanoisraelí de 1948 que, aunque no permitía los ataques palestinos contra territorio israelí, no significaba, en absoluto, una normalización de relaciones.
De ahí también sus múltiples invocaciones, durante sus últimos días, a Estados Unidos, única potencia susceptible de contrarrestar los proyectos israelíes en la zona y de convencer al Tsahal de que va siendo hora de que evacúe Líbano.
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