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Resistencia civil al régimen polaco

La emigración interior, actitud que consiste en comportarse como un extranjero en el propio país, se está convirtiendo en norma general de actuación en Polonia tras la muerte de cinco personas en las manifestaciones del 31 de agosto, según constantan los observadores cuando el país entra en su décimo mes de estado de sitio. La oposición al régimen, cada vez más sorda y cada vez más marcada por un sentimiento de impotencia e inutilidad, se traduce en una actitud de rechazo y de no compromiso: rechazo de los artistas a actuar en televisión, oposición de los obreros a participar en las comisiones sociales que sustituyen a los ilegalizados sindicatos, negativa, de los ciudadanos a sumarse a los comités de renacimiento nacional.

Para los diplomáticos occidentales está muy claro que las autoridades se ven obligadas a constatar que el estado de sitio no ha alcanzado ninguno de los objetivos que se fijaron ni ha resuelto ninguno de los problemas a los que se enfrentaba Polonia hace nueve meses: el nivel de vida de la población no ha dejado de bajar, la falta de productividad alarma a las autoridades, la oposición abierta al régimen no se debilita a pesar de los riesgos que se corren y la hemorragia en las filas del partido es incontenible, a un ritmo de 20.00ó afiliados mensuales.

En estas condiciones el problema que se plantea es el de saber a qué medios hay que recurrir cuando ninguna de las opciones parece ofrecer garantías de éxito: inmovilismo político con fases de represión violenta, como es el caso de estos últimos nueve meses, con la esperanza de desmovilizar a la oposición; represión creciente, con el riesgo de que la oposición se convierta en violenta, o. un reblandecimiento y búsqueda de diálogo.

La dirección clandestina de Solidaridad ha manifestado que continúa abierta al diálogo por considerar que el entendimiento el la única oportunidad para que Polonia salga de la crisis

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