Stavros Doufexis enjuicia la actuación de José Luis Gómez en 'Edipo'
El autor griego es el autor del montaje que representa el actor español
Delgado muy pálido, atractivo y con una sonrisa que suele borrar de su rostro con envidiable habilidad cada vez que vuelve la espalda su destinatario, Stavros Doufexis es, además de un director teatral de prestigio internacional, uno de los creadores que más ha hecho por la renovación del arte escénico en su Grecia natal Su carrera es larga y amplia, e incluye importantes montajes realizados en países como Alemania o Bélgica. Stavros Doufexis, conocido ya anteriormente por d público español ha sido el autor de la puesta en escena de El mito de Edipo, con José Luis Gómez como protagonista. Stavros está en desacuerdo con lo que él cree que son manipulaciones de Gómez del montaje original.
Las presentes declaraciones, realizadas por Stavros Doufexis en Atenas, pretenden ser una puntualización a los equívocos que han surgido en la publicidad de El mito de Edipo, y una protesta por determinados cambios realizados en el montaje sin su autorización. José Luis Gómez, director del Teatro Español e intérprete de Edipo, ha manifestado su intención de contestar posteriormente a estas declaraciones de Stavros. A la conversación asiste también Christodoulus Halaris, autor de la música y, al parecer, principal perjudicado por las modificaciones. Es él quien responde a la pregunta concreta acerca de la naturaleza de los cambios:"Según lo que le ha contado José Luis Gómez a Stavros, telefónicamente, los cambios son de tipo práctico. Cada vez que surjan problemas con Enrique Morente, porque no lograba entrar en el momento justo o no alcanzaba el tono, producción, con absoluta ligereza en mi opinión, ha eliminado el play-back. Esto lo considero una vejación hacia mi obra".
A partir de este momento, el hilo de la entrevista queda en manos del director.
Pregunta. Tengo la impresión de que está usted particularmente molesto por la escasa relevancia concedida a la participación griega en este montaje.
Respuesta. He examinado una serie de críticas que me ha enviado la Embajada de Grecia en España, así como otras que me han proporcionado amigos, y debo decir que nuestros nombres aparecen muy poco, o no aparecen. Y no hay que olvidar que yo le proporcioné a Gómez mi nuevo concepto acerca del Edipo rey, de Sófocles, fui yo quien tuve la idea de este montaje y de que nuestros dos Estados colaborasen económicamente. Mi país aportó tres millones de pesetas y el de ustedes puso catorce. Considerando que, salvo la adaptación de Agustín García Calvo y el trabajo de quince actores, todo lo demás lo hicimos los griegos, creo que puede hablarse, con justicia, de una colaboración al cincuenta por ciento. Y esto no lo veo reflejado en la publicidad de la obra.
P. ¿En qué momento empezaron las dificultades?
R. Desde que puse los pies en Madrid los entendimientos cambiaron de aire y parece que los acuerdos establecidos previamente ya no funcionaban. Me encontré metido en una producción de tipo diferente a aquellas a las que estoy habituado.
La necesidad de investigar
P. ¿Diferente en qué sentido?
R. En que para ellos lo más importante era lo económico, y la necesidad de investigación, la búsqueda teatral quedaban en segundo plano. José Luis Gómez insistía, sobre todo, en el éxito económico de la obra. Y para nosotros no se trataba de una inversión realizada con vistas a obtener más dinero, sino de intentar una experiencia de acercamiento a nivel de teatro mediterráneo. Pero está visto que era un proyecto equivocado y, aunque el resultado artístico era bueno, al menos tal como lo dejé en Mérida, ha supuesto un año muy difícil para mí. No quiero ocultar que los inconvenientes que encontramos los griegos durante los ensayos han sido los peores con que he tenido que enfrentarme nunca.
P. ¿Eran inconvenientes planteados por José Luis Gómez?
R. Digamos que por producción, porque constantemente se nos estaba diciendo que teníamos problemas económicos. Y, la verdad, ya me hubiera gustado a mí disponer, en Grecia, del dinero que teníamos para Edipo. Además, la atmósfera en que nos teníamos que desenvolver era de gran nerviosismo.
P. No obstante, no se quejó usted públicamente en aquellos momentos.
R. Piense que a los griegos se nos obligó, durante todo el tiempo, a vivir en una especie de gueto, se nos mantuvo aislados, sin posibilidad de gozar de la agradable hospitalidad española, de estar con más gente de la profesión de comparar,.
P. Durante los ensayos, el rumor que se filtraba a nivel de calle es que usted era el director más duro que había pisado nunca un escenario español.
R. Eso de la dureza es un concepto muy relativo. En todo caso, Gómez me conoce perfectamente porque trabajó como actor en una producción mía en Alemania, y también ha hecho coreografías en direcciones mías. Por lo tanto, esa es una cuestión a la que no puedo responder. Quiero añadir, por otra parte, que durante los ensayos, por parte de producción (risas entre Doufexis y Halalis), se nos hizo una guerra terrible contra el prólogo y el epílogo, que escribí yo y tradujo Marina Catsará, y son importantísimos porque son la base de nuestra forma de ver el mito de Edipo. A raíz del estreno, la desinformación Regaba al punto de que la gente me preguntaba si esas partes eran obra de García Calvo o de Sófocles.
Delimitar responsabilidades
P. Resulta curioso, con todo, que haya esperado usted hasta ahora a realizar esta denuncia.
R. Yo no estoy denunciando nada. Pero tengo que justificarme.
P. ¿Justificarse de qué?
R. Verá, esta obra se hizo, como le he dicho, con la colaboración de nuestros dos Estados y con vistas a una prolongación de este tipo de trabajos que acerquen teatralmente a los países de la cuenca del Mediterráneo. Mi Gobiemo esperaba que este primer fruto, este Edipo, se viera en el Festival de Teatro de Atenas, cuyas representaciones tenía que clausurar, precisamente, el próximo día 25. Y eso no va a ser posible. Por eso tengo que justificarme, que delimitar mi responsabilidad en esta historia.
P. ¿Eso significa que a José Luis Gómez se le ha retirado la invitación para asistir al festival?
R. Quiere decir, sencillamente, que no va a venir en las condiciones que él pretende. Porque él había quedado en venir y someterse a unos ensayos previos, cobrando una determinada cantidad, y ahora se niega a ensayar y además quiere cobrar como si lo hiciera. Y yo me niego a que se presente en Atenas un montaje que no es el que yo di como definitivo. Así están las cosas.
P. Este affaire, ¿va a impedir el desarrollo de la colaboración entre nuestros dos países a niveles teatrales?
R. Espero que no. Desde luego, habrá que hacer algo para romper el hechizo. Pero no será con José Luis Gómez.
P. ¿Hasta qué punto puede ser éste el resultado del enfrentamiento entre dos grandes personalidades teatrales, dos grandes temperamentos?
R. De haberse producido esta situación al llegar al final, tal vez hubiéramos podido hablar del demonio del teatro. Pero las diferencias, como le he dicho, surgieron desde el principio. Empezamos mal. Esta experiencia artística se ha enredado en las cadenas del teatro comercial, en el cual no quiero creer.
P. ¿Cuál es su opinión profesional sobre el seílor Gómez?
R. No puedo hablar de él como director, porque no he visto nada suyo, pero me parece un buen actor.
Y acaba haciendo un amplio gesto con las manos y poniendo sonrisa de galán otoñal: "Yo creo que tenemos que mirar por encima de nuestro ego personal y centrarnos en los intereses de los pueblos".
Babelia
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