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Entrevista:

Masones, piratas y princesas, en la novela ganadora del Premio Blanco Amor

Navengantes solitarios, piratas atlánticos, princesas normandas casadas con marineros gallegos, masones recalcitrantes, soldados del Rey Arturo convertidos en cínifes, militares absolutistas descendiendo a los infiernos, son los personajes, legendarios o reales, con los que ha jugado Víctor Fernández Freixanes para escribir su novela El triángulo inscrito en la circunferencia, ganadora del segundo premio Blanco Amor que, convocado por 54 ayuntamientos gallegos, fue fallado el pasado martes en el municipio coruñés de Mugardos. Este premio está dotado con medio millón de pesetas y es el galardón más importante en idioma gallego.

Víctor Fernández Freixanes tiene 31 años. Es licenciado en Filosofia románica y catedrático de lengua gallega. Desarrolla labores periodísticas en Radio Popular de Vigo. Antes las realizó para el diario Informaciones, la revista Teima y la Hoja del lunes de Vigo. Su primera publicación fue Unha ducia de galegos (Una docena de gallegos, Galaxia y Plaza y Janés, 1976). Siguieron O fresco: memoria dun fuxido 1936 (El fresco: memoria de un huído 1936, Edicions Xerais de Galicia, 1980) que fue finalista del Premio Internacional de Prensa de Niza y, por último, O triángulo inscrito na circunferencia. Torrente Ballester, componente del jurado que concedió el premio por unanimidad, ha dicho: "Es la lucha del mundo de Pío Baroja contra el mundo de Valle-Inclán".

Pregunta: ¿Qué es El triángulo inscrito en la circunferencia?.

Respuesta: Es un homenaje a los viejos navegantes gallegos que protagonizaron páginas hermosas y no conocidas dentro de las navegaciones atlánticas, y que colaboraron en la gran aventura del continente americano y en el descubrimiento de los mares del Pacífico. Hay nombres tan fundamentales como los hermanos García de Nodal, Pedro Sarmiento, Fernández Gallego o el mismo Mourelle, descubridor de la isla de la Asunción. Muchos navegaron en barcos extranjeros y ocultaron su identidad de gallegos.

P. ¿En qué época arranca la historia?.

R. En 1829 cuando Santiago de Compostela era la gran cabeza del absolutismo gallego, en contraposición al mundo libre e imaginativo de los hombres del mar. En este año está enmarcada la historia, pero con grandes saltos atrás hasta la llegada del apóstol, la fundación de Santiago o los supuestos pactos de los marineros gallegos con los pueblos normandos. Es una concepción de la historia como un juguete, como una gran traca en la que el capitán general de Galicia baja, al final, a los infiernos, donde contempla la destrucción de Compostela. En la novela ocurre de todo: hay piratas, combates en el mar, princesas del norte que se casan con navegantes gallegos...

P. ¿Es una historia fantástica dentro de una épica gallega?.

R. Sí, dirigida a aquéllos que nunca pudieron escribir la historia y ahora tienen la oportunidad de imaginarla y reinventarla desde dentro.

P. ¿Dónde estaría situada dentro de la historia narrativa gallega?.

R. Estaría dentro de una tradición popular, entre el esperpento y la fantasía, que entronca con la novela gallega medieval y que pasa en nuestros días por la tradición oral que inspira obras como las de Vicente Risco, Cunqueiro o Torrente Ballester.

P. ¿Reconoce alguna influencia directa en su obra?.

R. El escritor es el resultado de todos los libros que leyó antes. No es que yo vaya a recrear el mundo de Torrente, es que tanto Torrente como Cunqueiro o Vicente Risco se inspiran en una misma tradición. Si Cunqueiro habla de la ciudad de Antiopía, en la laguna de Antela, en Orense, donde son convertidos en cínifes los guerreros del Rey Arturo, es porque hay una tradición oral que ha transmitido esta idea. Yo recojo eso como un dato más e invento a partir de ahí.

P. Esta novela es la más larga de la literatura gallega. ¿Es difícil escribir hoy en idioma gallego?.

R. El problema no es escribir ochocientos folios sino que el lector no se aburra cuando va por la página veinte. Este problema se agudiza al escribir en gallego porque los lectores se están haciendo a la vez que los escritores.

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