Beguin considera que las propuestas de EE UU entran en contradicción con los acuerdos de Camp David
El Gobierno israelí, como estaba previsto, rechazó ayer las propuestas del presidente norteamericano, Ronald Reagan. También, como era de esperar, el primer ministro israelí, Menájem Beguin, no siguió a sus ministros ultranacionalistas y se opuso a la anexión inmediata de Cisjordania y Gaza u otras medidas dramáticas, como la intensificación de la implantación de colonias judías en los territorios ocupados. Tel Aviv considera que las nuevas iniciativas de Reagan están en contradicción con los acuerdos de Camp David y ponen en peligro la unidad y la seguridad de Israel.
"Es inútil provocar gratuitamente a los norteamericanos", declaró al parecer Beguin en la reunión del Consejo de Ministros, y habría añadido que "cualquier decisión apresurada, adoptada sin otro fin que enfurecer a Washington, sería una muestra de debilidad, no de faerza".El Gobierno israelí ha rechazado las propuestas norteamericanas por considerar que suponen una desviación y una contradicción con los acuerdos de Camp David y ponen en peligro la unidad y seguridad del Estado israelí. "Israel no negociará con nadie sobre esta base", afirma el comunicado oficial publicado al final de la reunión del Gabinete.
No obstante, la nota oficial señala que Tel Aviv "está dispuesto a reanudar inmediatamente las negociaciones sobre la autonomía palestina con Egipto y Estados Unidos, sin condiciones previas y sobre la base de los acuerdos de Camp David". Israel considera que todo lo que no ha sido incluido en los citados acuerdos es contrario a los mismos.
Beguin considera que entran en esta categoría las propuestas de Reagan relativas a la congelación de la política de colonización judía en los territorios ocupados, al establecimiento de un vínculo entre el futuro régimen autónomo palestino y el reino jordano y a la inclusión del estatuto de Jerusalén en las negociaciones.
"Las propuestas del presidente Reagan son todavía más peligrosas para Israel de lo que lo fue el plan Rogers, del cual Golda Meir, entonces primera ministra de Israel, había dicho que aceptarlo se ría traicionar al Estado judío", dijo Beguin al embajador de Estados Unidos, Samuel Lewis. 'Insultado'
El primer ministro israelí se declaró insultado por el jefe de la Casa Blanca, que había consultado no solamente a Egipto, país signatario de los acuerdos de Camp David, sino también a Jordania y a Arabia Saudí, naciones ambas que se habían opuesto violentamente a los acuerdos suscritos en Camp David. "Un sólo país fue ignorado: el Estado de Israel. Es inadmisible y ofensivo, tanto más si se tiene en cuenta que Estados Unidos se ha comprometido por escrito, bajo la presidencia de Gerald Ford, a consultar siempre previamente al Gobierno de Israel antes de adoptar cualquier iniciativa diplomática importante en Oriente Próximo en la que estuviesen implicados los intereses israelíes", añadió Beguin, sin ocultar la cólera. Los comentaristas políticos señalan en la capital israelí que las tesis de Ronald Reagan, al hacer hincapié en los lazos que ligan a Jordania con Cisjordania y Gaza, ponen de relieve el importante papel que Jordania debe jugar en las negociaciones, mostrando comprensión hacia la necesidad de seguridad para el Estado de Israel (modificación de las fronteras establecidas en 1967), pero no hacia las aspiraciones religioso-nacionalistas que animan al Gobierno de Beguin y pretenden la restauracíón de las fronteras del Israel bíblico.
El nombre bíblico
El jefe de la Casa Blanca y sus ministros deberían saber que Menájem Beguin rechazaría en su conjunto un plan que les pide renunciar a Judea y Samaria, nombre bíblico de Cisjordania, y congelar la colonización judía que debe sentar las bases demográficas y económicas de la futura anexión de esos territorios.
¿Por qué ha lanzado Estados Unidos estas propuestas, como si todavía estuviese en el poder el Gobierno Rabin-Peres? ¿Tal vez Washington prevé una próxima victoria laborista y se prepara a tal eventualidad?
Los consejeros de Reagan deben haberle informado de la realidad política de Israel, donde la coalición Likud de Menájem Beguin, gozando de gran popularidad tras el éxito obtenido contra la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Líbano, no es tá dispuesta en absoluto a pasar a la oposición.
Probablemente, la Administración norteamericana del presidente Ronald Reagan necesitaba distanciarse de Israel después de haber sostenido al Gobierno de Menájem Beguin prácticamente durante toda la guerra de Beirut.
Si el mundo árabe moderado aplaude la iniciativa e incluso Faruk Kadumi, jefe del Departamento Político de la OLP lo aprueba, el proyecto de Ronald Reagan tendrá éxito. Al mismo tiempo, se siembran de este modo las semillas para un futuro que es, en teoría, posible, y que tiene en cuenta la nueva correlación de fuerzas tras la guerra de Líbano.
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