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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La propiedad del Cosmos

'COSMOS' ES una palabra grandiosa. por la que fingimos comprender algo de lo que en realidad sabemos muy poco y en lo que estamos incluidos. Suele definirse como la totalidad de la Creación, con lo que entramos ya en lo inefable. Para las asombrosas, pero todavía modestas, aventuras del hombre en eso que no sabemos qué es, si. empieza y acaba y qué es lo que contiene, se suele utilizar el término igualmente confuso de espacio, y una conferencia sobre el espacio, Unispace-82 -la segunda que convoca la ONU sobre este tema- acaba de terminar en Viena. Como todas estas reuniones, su texto final es más bien la expresión de una serie de angustias y de inquietudes que otra cosa. La mejor expresión de esas angustias es la más sencilla: el miedo a que la utilización del espacio sirva de punto de dominio de la Tierra. Y de campo de batalla. Sobre las preocupaciones de la conferencia anterior, se unen a ésta las de la utilización de satélites de información, o espías, en dos recientes conflictos. En la guerra de las Malvinas, los ingenios soviéticos suministraron información a los argentinos acerca de los movimientos navales británicos; en la invasión de Líbano y sitio de Beirut, los de Estados Unidos informaron a Israel.Los diversos tratados, la jurisprudencia, los acuerdos sobre el espacio extraatmosférico -que parece ser la definición mas científica- tienen, como aquellos que tratan. de organizar el respeto y la armonía sobre la Tierra, muy poca significación. Los esfuerzos de cooperación que se han hecho -intercambio de cosmonautas, reciprocidad de informaciones, ayuda desde estaciones terrestres- son muy escasos con respecto a la magnitud de un problema mayor: la utilización del espacio con fines militares. Nadie renuncia a ella: sobre todo, no renuncian las dos potencias que son las únicas, hasta ahora, que realmente trabajan en el espacio exterior. Muchos novelistas del futuro han descrito va las guerras planetarias, los enfrentamientos en el Cosmos. Y, lejos de la imaginación, los expertos militares que han estudiado el tema se inclinan también a creer que la próxima guerra se decidirá en el espacio. Y posiblemente por su propiedad.

No es posible, por tanto, considerar la proeza que en estos momentos realiza la URSS en la nave Soyuz T5, como las que anteriormente han realizado los navegantes de Estados Unidos, con el énfasis bobo de una "conquista de la humanidad": y la aceptación de que es un importante progreso científico y técnico tiene que estar necesariamente matizada y afirmada por el carácter netamente militar- de ciencia y técnica. Todo lo que está sucediendo en el espacio tiene que estar incluido en el terreno del rearme. Incluyendo los satélites meteorológicos y los de comunicación, que aseguran así un monopolio importante para las naciones que pueden colocar los suyos y destruir, cuando les convenga, los de los demás.

Nos encontramos, por tanto, con un crecimiento continuo del factor científico-técnico como elemento de predominio. La mayor parte de las naciones, por no decir todas, no alcanzará jamás a la URSS ni a Estados Unidos en esta carrera, que dentro de un tiempo impredecible, pero inexorable, llegarán, si no se destruyen antes entre sí, y con ellos a todos nosotros, a un poder absoluto sobre la Tierra.

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Es algo que no parece tener remedio. La conferencia de Viena ha expresado ciertos deseos, apremiantes de que las estaciones espaciales sirvan para todos, y sirvan para la paz y para hacer algo más habitable esta Tierra, agotada ya para muchos, Pero lo que sobrenada de ella es esa angustia, esa inquietud y esa certidumbre de que el Cosmos, o la Creación, o el Espacio, o como se quiera llamar a ese desconocido, apenas sirva en el futuro más que para trasladar las mismas mezquindades de la historia pasada.

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