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El fracaso del gasoducto

La cruzada del presidente Reagan contra el gasoducto soviético está saliendo mal para los intereses nacionales estadounidenses. Se suponía que iba a ser una prueba de fuerza entre el Este y el Oeste. En lugar de eso, se está convirtiendo en una prueba de fuerza entre Estados Unidos y sus aliados europeos. Lejos de castigar a los rusos por haber impuesto la ley marcial en Polonia, les está dando la única ventaja en política exterior que han conseguido de todo el asunto polaco. (...)Tal y como se ve en Europa, el tema ya no es de relaciones con los soviéticos. Ahora se trata de un asunto de la soberanía nacional de los europeos. Cuanto más presione Reagan a los franceses, a los británicos, a los alemanes y a los italianos, más resistirá cada uno de estos Gobiernos.

Lo que se necesita ahora, y pronto, es una solución legal en el sentido resbaladizo del término. El caso Dresser necesita ser en vuelto en verborrea y pasado a un oscuro tribunal de cualquier parte para qué los ilustrados lo estudien cuidadosamente y decidan, sin prisas, mientras los ánimos se en frían. Esto le daría a la Administración una oportunidad de reconsiderar su posición y aparecer con tácticas que, al contrario de las actuales, puedan augurar que van a crear una situación más émbarazosa para la Unión Soviética que para Estados Unidos.

, 26 de agosto

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