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La evolución de los precios al consumo empobrece principalmente a las economías más modestas

Las familias con economías modestas, por su inclinación a consumir productos básicos menos caros (pollo, patatas, aceites, etcétera), han sufrido mayor erosión que el resto en su poder adquisitivo durante los últimos meses. El fenómeno empezó a registrarse a finales de 1980 y se ha acentuado desde marzo pasado. Así se desprende del desglose de aumentos de precios por productos que hace mensualmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) tras publicar el índice de precios al consumo.

Según los listados de precios extraídos ayer de los ordenadores del INE, en julio subieron un 75,7% de los cientos de productos tenidos en cuenta para el índice, cifra algo superior a la de mayo y junio (69%), aunque similar a la de otros meses precedentes. El incremento acumulado del índice por este motivo fue 1,5%. Pero hubo otro 4,6% de precios que bajó y el resultado final es el 1,3% dado a conocer el jueves.Entre los productos a la baja destacaron las patatas (un 15,4% en julio), lo cual restó al índice 0,17 puntos. Por el contrario, hubo subidas generalizadas en carne de pollo (en total, 12,8%), frutas frescas (22,1%), azúcar y derivados (7,8%), y pescado fresco (2,9%). Debido al gran peso de los dos primeros productos en el consumo familiar medio, el pollo y las frutas frescas aportaron casi la mitad del índice final (0, 19 y 0,58 puntos, respectivamente).

Productos alimenticios

Pese al fuerte incremento en estos productos, la concentración de subidas de precios alimentarios en julio del año pasado (véase EL PAIS de ayer) desdibuja en algún caso la tasa de crecimiento anual de los precios. Los del pollo, en efecto, crecían en junio a un ritmo anual del 40,8%, y ahora han pasado en julio al 31,4%. Igualmente, la tasa de aumento de las patatas ha pasado del 159% en junio al 95% en julio.De todas formas, todavía en julio, como puede observarse en el cuadro adjunto, se mantienen los grandes incrementos de precios en los productos consumidos por las economías populares.

Muy pocas son las excepciones a dicha observación. La más llamativas es el descenso del 12,9% en el precio de los huevos, cuyo consumo está muy extendido entre las familias con menos recursos. También pueden considerarse moderadas las subidas en el pescado fresco y en la leche. De todas formas, está muy extendida la impresión de que estos productos básicos han alcanzado en los últimos años precios notables.

Del pescado se acepta generalmente la explicación que se funda en la escasez de plataforma continental española y en la dificultad de acceder a los caladeros tras la extensión de aguas jurisdiccionales. Menos aceptado parece el hecho de que las centrales lecheras paguen poco más de veinte pesetas al productor por litro, mientras el consumidor deba pagar por encima de las 55 pesetas, nivel superior al de varios países europeos.

Pérdidas de poder adquisitivo

Para medios estadísticos solventes no caben dudas sobre la hipótesis de que la introducción de tensiones inflacionistas por parte del sector agroalimentario perjudica a las economías modestas. Han sido precisamente éstas las más resentidas por la moderación salarial y por los efectos de la crisis económica en términos de paro, reducciones reales en los subsidios de desempleo o desprotección ante tal eventualidad. No obstante, fuentes del Instituto Nacional de Estadística han declarado que no existe confirmación y que desconocen si se ha elaborado algún estudio al respecto.Según estas fuentes, hasta 1981 hubo varios años en que ocurrió lo contrario, como consecuencia del freno que introdujeron los precios alimentarios en la inflación. Entonces, un estudio estadístico demostró que el poder adquisitivo de las capas de población con menos renta fue favorecido por el fenómeno, por lo que ahora puede ser de recibo lo contrario, sobre todo si se tiene en cuenta que la moderación salarial ha supuesto por sí sola a muchas familias pérdidas de poder adquisitivo.

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