Tres lienzos atribuidos a Ricci, identificados como obras de Diego Valentín Díaz

Tres grandes lienzos atribuidos hasta ahora a Juan André Ricci han sido identificados como obra de Diego Valentín Díaz (1586-1660), uno de los más importantes pintores de su época, en el proceso de restauración a que han sido sometidos en el Instituto Central de Restauración y en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid. Los cuadros han sido devueltos, ya restaurados, a la iglesia de Santa María la Real de la Corte de Oviedo.

El conjunto restaurado consta de cuatro piezas que estaban situadas en el retablo mayor de la iglesia ovetense, abandonada por los benedictinos en 1833 6 1834. En el balance realizado en 1830 los frailes hacían referencia a estos lienzos, de autor desconocido, poniendo de manifiesto la buena calidad de tres de ellos, sin duda de la misma paleta, muy superior a la del situado por encima de ellos.Los tres lienzos principales fueron pintados entre 1638 y 1641, según un letrero de propio marco. En una visita realizada a Oviedo, en 1929, Elías Tormo llegó a la conclusión de que eran de Ricci. Desde entonces, nadie más se preocupó del autor ni de los lienzos, que sufrieron durante años un deterioro progresivo en medio de unas condiciones de conservación deplorables (debajo de ellos funcionaba una cale facción que los ennegrecía), hasta que en 1965 un nuevo párroco, Ramón Iglesias, inició un largo y difícil periplo burocrático, coro nado felizmente con el apoyo de Juan Luis de la Vallina, entonces presidente de la Diputación Provincial de Oviedo.

Firma de Reiter, antiguo restaurador de los cuadros

Juan Morán, restaurador del Instituto de Restauración y Conservación de Obras de Arte, se desplazó a Oviedo, observó los lienzos, en los que apenas si se veía ya algo; creyó, también, que eran de Ricci, y decidió llevarlos a Madrid para su restauración. Meses después, el párroco recibió una mala noticia de Juan Morán: "Esto se pone mal, puesto que aparece como firmante un tal Reiter". Ramón Iglesias no se desanimó y pronto descubrió que Reiter había sido el restaurador de los lienzos en 1779.Los nuevos trabajos de restauración continuaron en Madrid, finalmente en el Museo de Arte Contemporáneo, donde había una sala adecuada para dar cabida a estas obras, una de las cuales mide 5,14 metros por 2,92 metros sin enmarcación. Descartado también Ricci, los expertos llegaron a la conclusión de qué al menos tres de los lienzos son de Diego Valentín Díaz. El de San Vicente, que lleva su firma, no ofrece duda alguna y los de San Benito y Santa Escolástica pertenecen a la misma paleta, según los expertos. El cuarto, una Inmaculada, podría ser de Reiter.

Fiesta y misa pontifical en honor de los lienzos

Un folleto publicado por los profesores Urrera y Brasas, de la universidad de Valladolid recoge el epistolario de Diego Valentín Díaz, quien recibió una carta del abad de Oviedo, fray Luis Manuel, en la que le felicitaba por los lienzos "que parecen", le decía, "de lo mejor que vi en mi vida".La citada carta, firmada en Oviedo, el 23 de marzo de 1641, comunica al autor que con motivo de la llegada a Oviedo de los lienzos, el obispo dijo misa de pontifical y se celebró la mayor fiesta de Asturias.

El lienzo central representa a San Vicente mártir (patrono de Valencia) en unas dimensiones de 5,14 metros por 2,92 metros. A ambos lados se encuentran los de San Benito y Santa Escolástica, de 3 metros por 1,10 metros. San Benito fue el fundador de la orden benedictina a la que perteneció el templo de La Corte hasta la exclaustración, y Santa Escolástica era la hermana del fundador.

Ramón Iglesias centra ahora sus preocupaciones en el temor a un robo de los valiosos lienzos. Para conseguir un sistema de seguridad eficaz y una iluminación adecuada solicitará la ayuda necesaria de los feligreses y de las instituciones de la capital del Principado.

Pinturas para iglesias y conventos

Diego Valentín Díaz, uno de los grandes artistas de su tiempo -Ars Hispaniae habla de él como un pintor importante de la época, junto con Velázquez y Ricci- nació en Valladolid hacia 1585 y murió en la misma ciudad en 1660. De Valladolid procedía también el obispo de Oviedo, Antonio Valdés.Las supuestas buenas relaciones entre ambos pudo influir en la elección de este pintor para realizar los lienzos de Santa María la Real de la Corte, donde se encuentran de nuevo tras un proceso de compleja restauración que reveló la autoría de un pintor distinto, aunque de gran categoría, del que se había pensado en principio.

El retablo de esta iglesia, donde reposan los restos de Feijoo, es de los pocos con pinturas que se conservan en el norte de España. Lo normal en los tetablos de aquella época eran las tallas.

Según algunos historiadores Diego Valentín Díaz tuvo muy buenas relaciones con el Santo Oficio de Valladolid. Pintó muchos e importantes cuadros destinados a, iglesias y monasterios, entre otras para la iglesia de san Benito y los conventos de san Jerónimo y de san Francisco. En este último lugar Diego Valentín Díaz dejó su obra El jubileo de la Porciúncula, considerada como una de las mejores obras de este artista junto con La anunciación de la Virgen, realizada para el Hospital de los huérfanos que Diego Valentín Díaz fundó. A esta fundación legó el pintor la mayor parte de sus obras.