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El Opus Dei sale a relucir en el escándalo de la Logia P-2

Un diputado socialista italiano afirma que hay indicios de infiltraciones, en la organización religiosa

Juan Arias

Tras un año de trabajo, la comisión parlamentaria italiana que está investigando sobre el escándalo de la logia masónica Propaganda Dos (P-2) ha reconocido que los resultados "son miserables". Pero la misteriosa muerte en Londres, de Roberto Calvi, presidente del mayor imperio bancario del país, ha dado una nueva dimensión escándalo. El diario romano II Messaggero recogió una declaración del diputado socialista Mauro Seppia, miembro de la comisión parlamentaria, en la cual señalaba que "existe un capítulo en el que ahondar: la relación entre la masonería y el Opus Dei", y agregaba que "existen huellas precisas de infiltraciones masónicas en el Opus Dei".

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Cuando se descubrió, en mayo de 1981, que en Italia existía una logia masónica oculta, al parecer fuera del control de la masonería oficial del Gran Oriente de Italia, a la que pertenecían casi mil personajes de la alta política, de las finanzas, de los servicios secretos del mundo militar y periodístico en seguida, se denominó al descubrimiento el escándalo de los escándalos. Sobre todo, cuando se evidenció que dicha logia, fundada por Licio Gelli con el nombre de Propaganda 2 (P-2), podía tener finalidades golpistas, si no de tipo militar, sí al menos de tipo civil, y desde luego con el objetivo de llevar Italia a un régimen de carácter presidencialista y dictatorial.

La primera acción del Gobierno de Giovanni Spadolini, el primer presidente no democristiano y no católico de los últimos cuarenta años, fue la de poner fuera de la ley a todas las asociaciones de tipo oculto, entre ellas la P-2. Spadolini nombró una comisión parlamentaria, formada por cuarenta diputados de todos los partidos, comprendida la oposición, para estudiar a fondo qué había detrás de este gran escándalo.

En seguida se produjeron los primeros procedimientos disciplinares: fueron destituidos de sus cargos altos funcionarios del Estado, dirigentes de partidos, directores de periódicos, de radio y de televisión..., todos cuantos habían jurado fidelidad a la logia de Licio Gelli. Saltaron así generales de los servicios secretos, dirigentes políticos, como el ex ministro Adolfo Sarti, y grandes periodistas, como el director del Corriere de la Sera, y los de los servicios informativos del TG1 y del GR2 (informativos del primer canal de televisión y del segundo programa de la radio, respectivamente).

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Hubo purgas en los partidos y en el Ejército. Pero en seguida se desencadenó una ola de solidaridad y de connivencias con los perseguidos, solidaridad hasta dentro de la misma Magistratura.Que muchos órganos estatales no han colaborado con la comisión parlamentaria que indaga sobre la P-2 lo ha manifestado la misma presidenta de la comisión, la democristiana y ex ministra Tina Anselmi, quien, después del primer año de trabajo de la comisión, califica los resultados de miserables. Se ha realizado una ingente cantidad de trabajo, que acaba de suspenderse por las vacaciones y se reanudará en septiembre. En total, se han celebrado 51 sesiones a puerta cerrada, con un total de 1.150 interrogatorios a los personajes más importantes de la famosa lista, entre ellos a Roberto Calvi, ex presidente del Banco Ambrosiano, antes de que fuera suicidado bajo el puente de los Hermanos Negros, de Londres.

Los cuarenta componentes de la comisión parlamentaria dividieron en subcomisiones: P-2 y Terrorismo, P-2 y Finanzas, P-2, y Mafia y P-2 y Prensa...

Hubo un momento en que la comisión pensó que no iba a sacar nada en limpio de madeja tan embrollada. Sobre todo declaraciones de los diversos imputados habían sido como rosario de no sé, no recuerdo, no es cierto, nunca lo conocí. Sin embargo, y poco a poco, unos se fueron contradiciendo con los otros, sobre la comisión empezaron a llover documentos que desmentían las confesiones ya hechas y las crónicas iban confirmando que quizá en la P-2 había algo más que una asociación para buscar protección política o financiera, una especie de mafia inocua.

Fue el cadáver de Roberto Calvi, presidente del mayor imperio bancario privado del país, lo que dio nueva actualidad a la comisión del Parlamento. Y junto a la muerte de Calvi, la aparición en escena de sus más íntimos colaboradores, los mismos que le acompañaron, hasta Londres y de los que aún se desconoce qué papel jugaron realmente en su muerte. Entre ellos, el famoso industrial sardo Flavio Carboni, verdadero mediador entre Calvi y sus aliados políticos y financieros, el multimillonario que huyó el día mismo de Ia muerte de Calvi, al que la Interpol acaba de detener en Lugano, donde, se hallaba, al parecer, con Licio Gelli y sus adláteres en la clandestinidad.

Por si esto no fuera suficiente, se cuenta con uno de los documentos más importantes llegados últimamente a la comisión del Parlamento: las cintas de las conversaciones telefónicas entre Carboni y Calvi durante, los últimos meses. Carboni las dejó escondidas en su caja fuerte cuando huyó con Calvi a Londres. Son doce horas de conversaciones telefónicas que los diputados del Parlamento que, investigan sobre la P-2- consideran reveladoras. En los últimos días han ido llegando a la comisión noticias , sospechas y alarmas cada vez más negras.

Así, se baraja la posibilidad de que fuera Licio GelIi y su P-2 quienes organizaran con los fascistas la matanza de la estación de Bolonia hace dos años, con casi un centenar de muertos y otros tantos heridos.

Al parecer, Gelli lo había hecho para desviar la atención de la opinión pública y de la clase política de una importante operación financiera en marcha, realizada por su logia". Más aún, se habla ahora de que el mismo secuestro y asesinato de Aldo Moro pudo ser obra de la P-2 de Licio Gelli.

Ante las estrechas relaciones existentes entre, Calvi y el arzobispo Paul Marcinkus, los componentes socialistas de la comisión han pedido que se llame también a declarar ante la comisión al arzobispo, presidente del Instituto Obras de Religión (IOR), es decir, el banco del Papa.

Huellas precisas

El colofón a las últimas noticias recogidas por la comisión parlamentaría es el que publicaba Il Messaggero del pasado lunes a cinco columnas, con este título: "Y ahora, también el Opus Dei". Se recoge una afirmación del diputado socialista Mauro Seppia, miembro de la comisión, según la cual para los socialistas, "existe un capítulo en el que ahondar: la relación entre la masonería, la P-2 y el Vaticano o, mejor, entre la masonería y el Opus Dei". "Existen huellas precisas" dice, "de infiltraciones masónicas en el Opus Dei, ciertos programas comunes", y concluye: "Es necesario indagar también a fondo sobre el poder negro, porque no sólo los grupos de poder de los petroleros son los que alargan la mano sobre este país".La comisión seguirá indagando desde el mes que viene hasta marzo, a no ser que unas nuevas elecciones la paralicen. Y no falta quien asegura que las elecciones, en el fondo, las quieren todos para "cerrar este odioso y antipático capítulo que tanto quema".

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