El sector progresista de Viena ataca los festivales musicales de Austria
A pesar de que el público llegado de todo el mundo aplaude a rabiar los espectáculos y las entradas se venden con meses de adelanto, los festivales musicales que se celebran en Austria durante el verano son objeto de creciente crítica y revisión por sectores progresistas de este país. Entre los numerosos festivales austriacos que atraen a los turistas en verano destacan el Festival de Música y Teatro de Salzburgo y el de Bregenz, a las orillas del lago de Constanza, ambos en curso hasta finales de agosto.
Los festivales repiten anualmente un repertorio de obras clásicas, en las que unas veces cambia la puesta en escena y otras, los intérpretes, a veces por defunción, después de muchos años de subir al escenario. Sin embargo, las innovaciones son escasas y cuando las hay no son bien recibidas por un público que acude precisamente a estos festivales para que le repitan un repertorio que ya conoce.
En un intento de hacer más accesible el festival de Bregenz, este año se han puesto a la venta un número de localidades a precios reducidos (unas cuatrocientas pesetas) para los jóvenes, pero ni aun así se han conseguido agotar las entradas.
El festival de Salzburgo ha sido contestado este año por los grupos alternativos locales, quienes llegaron a organizar una manifestación de varios centenares de personas poco antes del comienzo de la ópera Fidelio, de Beethoven.
Entradas caras
El público de los festivales de Salzburgo agota antes las entradas caras (hasta unas 16.500 pesetas este año) que las baratas. Tres cuartas partes de los espectadores no son de la ciudad y dos tercios de ellos son visitantes de honor, según informa el semanario austriaco Profil.De acuerdo don esta publicación, el espectador-tipo de Salzburgo procede de las clases pudientes de la República Federal de Alemania, y los conciertos interpretados corresponden a los gustos de estos clientes, como un repertorio clásico-romántico.
Beethoven, Mozart o Haydn son bienvenidos en Salzburgo; pero la reticencia aumenta con Berg, Sibelius, Penderecki, Stravinski o Schoek. Lo que cuenta en todo caso, según indica el semanario, es la perfección virtuosa y el matiz, pero no la novedad o la calidad estética. Para Profil, los festivales de Salzburgo, se encuentran "agonizantes", pero todavía "no se han enterrado", y su futuro después de Karajan, alma y atracción máxima del festival tras la muerte de Böhm, aparece incierto.
Los festivales de Salzburgo no son un negocio en sí mismos, ya que sólo cubren el 65% de los numerosos gastos. El verdadero negocio se realiza al margen. Comerciantes, hoteleros, restaurantes y, sobre todo, las boutiques de ropa son los verdaderos beneficiados.
La tienda de alta costura más cara de Salzburgo hace su agosto en los festivales. De los setecientos modelos que vende al año, los más caros se venden para ir a los conciertos del festival. Los precios oscilan entre las 33.000 y las 220.000 pesetas, y el duplicado del modelo exclusivo no sale a la calle hasta que éste ha sido lucido en la correspondiente première, afirma el semanario.
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