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Sastre define su concepto de la "literatura siniestra" y marginada

Una definición de lo que él estima que es la "literatura siniestra" y un análisis de la situación del escritor en la sociedad constituyeron los temas centrales de la conferencia que el pasado martes pronunció el dramaturgo Alfonso Sastre dentro del ciclo Marginación, literatura y sociedad que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo celebra en el Pazo de Mariñán (La Coruña). La literatura del exilio del Siglo de Oro y el papel de la mujer en los romances del siglo XVIII fueron tratados, dentro de ese mismo ciclo, por los profesores Antonio Rey Hazas y Enrique Rodríguez Cepeda."El escritor vive en una constante dialéctica entre su marginación social y la conciencia de esa marginación", dijo Alfonso Sastre en su ponencia. "En consecuencia, la inmersión y el distanciamiento social son condiciones óptimas para la creación literaria".

Con una terminología freudiana, Alfonso Sastre acuñó la expresión de "literatura siniestra", en la que se conjugan lo familiar y lo extraño en una combinación de resultados enriquecedores; repasó, a continuación, la evolución política en España en los últimos años y terminó su intervención con una crítica a la actitud de los grupos sociales que llamó "minorías egregias" y "minorías revolucionarias".

Para el profesor Rey Hazas, de la Universidad Autónoma de Madrid, que presentó una ponencia sobre la literatura del exilio en el Siglo de Oro, este concepto no está bien definido en lo que se refiere al siglo XVI como lo prueba el caso de Torres Naharro, que abandonó España.

Rey Hazas revisó las figuras más representativas que se pueden considerar como escritores del exilio; desde Francisco Delicado, autor de La lozana andaluza, hasta el toledano Antonio Henríquez Gómez, que regresó de Francia a tiempo de asistir, en Sevilla, a la quema de su propia esfinge y que, tres años después, moría en la cárcel. Citó también a Juan de Luna, autor del segundo Lazarillo, exponente del anticlericalismo y antifeminismo de su época.

La mujer en los romances del siglo XVIII fue el tema sobre el que disertó el profesor Rodríguez Cepeda, de la Universidad de California. Empezó por señalar la diferencia entre el romance impreso y el oral, un género de literatura destinada a los que no sabían leer que se recoge parcialmente en los cancioneros, mientras que los romances impresos circulaban en los pliegos de cordel.

"La mujer es quien mueve y trasmite el romancero impreso pues es ella quien los compra para destinar el papel a usos domésticos", afirmó el profesor Rodríguez Cepeda. "Estos pliegos, tirados en imprentas clandestinas, eran odiados tanto por los intelectuales como por los editores importantes y circulaban, sobre todo, por Andalucía, Valencia y Cataluña".

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