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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Felipe González

Lo de los obispos vascos (pastoral anti / LOAPA) no ha sido sino un test, un test más al que se somete la templanza andaluza de este hombre de Estado, que es como un señorito del Casino de Sevilla que gobernase España en una legislatura previa y lúcida, con mano clemente donde, más la pesantez de la responsabilidad histórica, se elegantiza la pesantez del puro. El puro es de Fidel, socialismo en estado bruto, pero la mano larga, la melodía, el minueto moreno de esas manos nos recuerda la frase de una aristócrata creo que stendhaliana:-Hacen falta muchas generaciones de ocio para conseguir estas manos.

Si Felipe se ha levantado de una sacramental de generaciones de ocio y de odio, a mí me da igual en este momento. Es el español prudente, el andaluz como indolente (pero no para), el socialista infrecuente. Qué bizcocho, el de los obispos vascos, para un socialista desesperado, anticlerical y violento. Pero Felipe está, lleno de esperanza, passa de episcopalismos y sabe que los Palacios de Invierno se toman ahora en verano, o sea, con calma y desodorante, sin sudarse demasiado. De modo que ha dicho lo justo:

-Me gustaría ver pastorales vascas cuando matan un militar.

Tuvo un día la gentileza andaluza de decir que en la cabeza de Fraga "cabía el Estado", y aún no le ha sido devuelto el saludo, porque la crispación política de don Manuel le impide ponerse al paso reverencial y señorial de la invasión más aristocrática que ha tenido España por su rebanada surlevantina: la morisca. Ay esas manos. Uno le ha reprochado en esta columna el perder algunas batallas que tenía ganadas, por indecisión o caución. Sigo sin saber si tiene razón el socialista español Felipe. Pero ahora sé que tiene su razón -sus razones- el aristócrata morisco Felipe González. Me parece que, aparte las computadoras electorales del Palacio de Congresos (que están todas enamoradas de él en silencio, en su silencio de números), va siendo hora de que en España, mejor que un centrista o un socialista, mejor que un conservatista o un republicano, gobierne un morisco con el alma de nardo pacífico y machadiano del moro amigo y español. Ya que el espectro político está hecho una braga, apelemos al espectro histórico. Los moriscos no nos dejaron sólo barro. cocido, sino una cultura del agua, del trigo y del tiempo. Lo dijo Ezra Pound:

-El latín es sagrado, el trigo es sagrado.

El trigo es sagrado para el niño andaluz que creció sabiendo que el trigo, siendo del viento, era siempre de un señor duque. El latín, sí, es sagrado para Felipe, y por eso le encrespa que unos cuantos obispos, utilizando este latín deteriorado que es el castellano, abran la ballestería de sus pastorales contra una ley buena o mala, no porque no tengan derecho -pues claro que lo tienen como españoles-, sino porque han callado largamente, y su silencio ya les encadena. Lo de moro/morisco es una metáfora, naturalmente (metáfora es traslación), con que traslado en el tiempo al morisco andaluz y probable de su genealogía hasta instalarlo en este "moro amigo", como se dijo de Fernández-Almagro, que,, gobierne o no gobierne un día, morisco sevillaní, está gobernando ya en lo suyo. Ni siquiera hace falta estar de acuerdo con toda su política (yo no lo estoy). Aunque,esta columna se filie al presente, por honestidad periodística, uno, como Santayana, "vive en lo eterno". Más que la vuelta del socialismo, me emociona esa cultura del agua, la arcada de luz y sosiego, esa honestidad de alfar fresco que Felipe ha metido ya en la vida española.

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