La política hidráulica
Desde hace ya algunos meses, el ministro de Obras Públicas y Urbanismo y /o el director general de Obras Hidráulicas vienen hablándonos, a través de los medios de comunicación social, de una "nueva política hidráulica". Finalmente, el día 13 de este mes, en una conferencia de Prensa, el ministro ha expuesto las que, al parecer, son las coordenadas esenciales de dicha política.A continuación expongo algunas de las cuestiones que me parecen más relevantes: Primera. El programa propuesto de construir 111 nuevas presas en cuatro años e incrementar la capacidad de los embalses españoles en un 50% parece utópico. Suena a ingenua campaña electoral de épocas pretéritas, al menos de principio de este siglo.
Segunda. En el supuesto -y ya es mucho suponer- de que esto fuese posible, está por ver si la gran inversión necesaria para conseguirlo es oportuna; en otras palabras, hay que ver si realmente son necesarias esas obras.
Tercera. En los diversos resúmenes de la Prensa no he visto ni una sola referencia al papel que en esa "nueva política hidráulica" van a jugar las aguas subterráneas, que en muchas regiones de España suponen el recurso hídrico más utilizado.
Cuarta. Tampoco parece prestarse la debida atención al problema de la preservación de la calidad del agua y de sus usos ecológicos. En resumen, estamos en un típico plan de obras -de ingeniería del hormigón- y no en un plan de gestión integral de recursos hídricos, que es lo que hoy se lleva en los países con un nivel tecnológico incluso inferior al nuestro.
Quinta. A pesar de las declaraciones del ministro, yo sigo pensando que no es sana política de Estado ni de partido intentar meter con calzador un plan de obras aprovechando la circunstancia terrorífica de un tercer año de sequía. Sobre todo cuando hay otros temas importantes que están empantanados; tales son, por ejemplo, el sempiternamente anunciado código del agua o la ineficiencia de la absoluta mayoría de las plantas de tratamiento de aguas residuales financiadas o construidas por la Administración. No parece que ninguno de estos dos graves fallos sea achacable a la sequía.
En resumen, como ingeniero de caminos que trabajó durante casi quince años en la Dirección General de Obras Hidráulicas, no puedo menos de congratularme de que intente revitalizarse la política hidráulica, pero, por favor, expóngase esa política con más claridad a la crítica pública de todos los españoles, si se desea que sea aceptada por los que en último término hemos de pagarla. /
Catedrático de Geología.
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