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Schmidt critica en Texas la política europea de Reagan

Las duras palabras del canciller Helmut Schmidt en Tejas sobre el estado de las relaciones con Estados Unidos son un exponente del descontento de la República Federal de Alemania (RFA) con la política de la Administración Reagan e indican, al mismo tiempo, la existencia de una voluntad de conjunto europea de enfrentarse a Washington.Schmidt pasó decididamente a la ofensiva fuera de casa, en Tejas y en la costa oeste norteamericana, respaldado desde este lado del Atlántico por las declaraciones de líderes franceses e italianos contra la política de Reagan.

El mismo día que Schmidt hablaba ante un grupo de millonarios tejanos apareció en el semanario oficioso del Partido Socialdemócrata, Vorwaerts un duro artículo contra la política exterior norteamericana.

El autor del artículo, Egon Bahr, escribe en la primera página que la política exterior estadounidense ha llegado al punto cero y el balance de dieciocho meses de la Administración Reagan es puramente negativo Bahr dice que "si Moscú hubiese conseguido colocar a un agente en un puesto importante en Washington, difícilmente habría tenido tanto éxito".

El político socialdemócrata reconoce que "Norteamérica es muy poderosa económica y militarmente. Contra Estados Unidos no se puede hacer nada, pero sin sus amigos no conseguirá nada".

Schmidt parece decidido a transmitir todas estas inquietudes en sus conversaciones con políticos, conferencias y entrevistas con la Prensa norteamericana desde la costa oeste de Estados Unidos.

Simultáneamente, en Washington, el ministro federal de Economía, el liberal conde Otto Lambsdorff, intentaba golpear en la misma dirección que el canciller.

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El punto clave de discrepancia entre la RFA y Estados Unidos es el negocio del transporte de gas natural soviético a Europa, que la Administración Reagan está dispuesta a boicotear. Hay un proverbio alemán que dice que "ante el dinero no vale la amistad", y en el acuerdo sobre el gas soviético están en juego muchos intereses económicos y puestos de trabajo en un momento en que la coyuntura anda por los suelos. Con estos argumentos intentó Schmidt convencer a los millonarios tejanos de los puntos de vista europeos.

El canciller dijo abiertamente en Estados Unidos que hay una brecha abierta en las relaciones y confía en la capacidad del nuevo secretario de Estado, "mi amigo George Shultz", para superar las dificultades existentes.

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