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El Gobierno excluye la negociación con Solidaridad

El vice primer ministro polaco, Mieczyslaw Rakowski, excluyó ayer cualquier negociación con la dirección actual del sindicato Solidaridad en el transcurso de un mensaje ante el Parlamento."Es difícil", dijo Rnkowski, "tener confianza hacia quienes después de agosto de 1980 manifestaron abiertamente su hostilidad al socialismo y mantuvieron esta actitud para dictar sus condiciones".

"La Comisión de Coordinación (KK, órgano supremo) y el Presidium de Solidaridad estaban repletos de este tipo de militantes", añadió Rakowski.

El vice primer ministro indicó que el Gobierno había pedido al Consejo de Estado (presidencia colectiva de Polonia) la creación de un organismo consultivo encargado de definir "las formas del movimiento sindical" en el país.

Correspondería a este consejo, especificó Mieczyslaw Rakowski, decidir el "modelo" de sindicato, el principio de las relaciones interempresariales e interprofesionales", los límites de la "corresponsabilidad", el significado de la independencia sindical y la noción de "apoliticismo" del movimiento sindical.

El nuevo organismo debería igualmente, según Rakowski, preparar una ley para los agricultores privados y artesanos, que habían obtenido el derecho a crear su propio sindicato. Además debería establecer una "nueva concepción" de la ley sindical (elaborada por el Parlamento en colaboración con Solidaridad, pero que jamás fue sometida al voto de los diputados).

Rakowski reconoció que "los sindicatos son un componente inalienable del socialismo, que nada ni nadie puede reemplazar". Hasta la puesta en marcha de los mecanismos anteriormente mencionados, el vice primer ministro preconizó una aceleración del funcionamiento de los comités de autogestión en las empresas.

Rakowski declaró que no deseaba condenar globalmente a Solidaridad y reconoció que el sindicato surgió de "una verdadera protesta de los trabajadores".

Un lenguaje común

Según el dirigente polaco, actualmente se distinguen entre los líderes de Solidaridad (internados o en la clandestinidad) tres tipos de actitud: los que organizan conspiraciones, aquellos que formulan autocríticas (queriendo limitar las reivindicaciones económicas del sindicato) y aceptan la suspensión del derecho de huelga y, finalmente, otros que antes del 13 de diciembre de 1981 veían el peligro.

"Es con estos últimos", dijo Rakowski, "con quienes podemos encontrar un lenguaje común. Recibimos con simpatía sus deseos de encontrar la buena senda". Añadió que esos esfuerzos quedaban frenados por la actividad clandestina y reconoció que podría haber diálogo siempre que fuese reorientado el movimiento sindical.

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