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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El ANE y la población activa

El contexto económico general y de empleo en el momento de firmarse el ANE era, y continúa siéndolo en gran parte, bastante deprimido. Entre 1977 y 1981 el número total de asalariados ha retrocedido en España en 928.000, lo que supone un ritmo medio anual de disminución del -2,8%. Aunque la crisis económica tiene un *carácter por completo generalizado en el conjunto de las naciones industriales, en ningún otro país de la OCDE ha revestido tal intensidad el proceso de disminución del número.de puestos detrabajo como en España.Tras los fuertes aumentos de los salarios registrados en España entre 1974 y 1978, a partir de 1979 el comportamiento de dicha variable ha registrado un profundo cambio. El decreto Abril para 1979 y los AMI I y II para 1980 y 1981, respectivamente, han determinado que en los últimos ajftos los aumentos salariales fuesen similares, o ligeramente inferiores, a los experimentados por la tasa de inflación.

El ANE ha supuesto el mantenimiento de dicha política a cambio de un conjunto de contrapartidas destinadas, por una parte, a favorecer la situación de los parados y, por otra, a establecer un bloque de programas de empleo que estimulase la generación de nuevos puestos de trabajo para los colectivos más desfavorecidos. La reducción de los salarios reales, los programas de empleo, la aceleración de las inversiones públicas configuraban la estrategia del ANE, esto es, una estrategia encaminada a favorecer la generación de nuevos empleos mediante la moderación del aumento salarial y el estímulo a la actividad que suponía el crecimiento de la inversión pública. La coyuntura económica dominante en el segundo semestre de 1981 ayudó poco a conseguir dicho propósito, a lo que se unía el hecho de que en dicho período estaba ya cubierto, en su mayor parte, el proceso de negociación colectiva salarial. Sólo la inversión pública, que en 1981 alcanzo un crecimiento real de dos dígitos, y el buen año turístico que fue 1981 contribuyeron a, mantener un poco más entonados los niveles de demanda y producción,

Más empleo, en el sector público

Los resultados de la encuesta de población activa correspondientes al primer trimestre de 1982 han supuesto una aparente ruptura en el proceso de reducción del número de empleos asalariados. Dichos resultados indican que ha aumentado el número de empleos asalariados durante los primeros meses de 1982, pero un análisis más detallado de dichos resultados revela que el aumento se ha concentrado (véase cuadro adjunto) en. los asalariados del sector público, mientras que los asalariados del sector privado, sobre todo los del subsector no agrario, han continuado disminuyendo. El crecimiento del empleo público parece ser, en gran parte, consecuencia del fuerte crecimiento de las inversiones públicas.

El análisis en cuestión revela, pues, que la demanda de empleo en el sector industrial aparece re lacionada no sólo con el nivel sala rial, sino también con las expecta tivas de producción y actividad de las empresas, por lo que no cabe esperar que en dicho sector mejore el empleo con la simple reducción salarial si no tiene lugar un cambio general de expectativas. La nueva aceleración del proceso inflacionista, no alentado en esta ocasión. por las fuertes alzas salariales, sino por el intento de mantenimiento de los márgenes de beneficio, puede perjudicar seriamente el proceso de generación de nuevos empleos.

La reducción del paro sólo puede resultar, pues, como consecuencia del empleo de un amplio bloque de medidas de política económica, dentro de las cuales la moderación salarial que supone el ANE no puede hacerlo todo en solitario. El empuje de las inversiones públicas; el empleo de la palanca importante que supone la inversión de las empresas públicas; la desaceleración de los costes de la mano de obra de carácter no salarial, como son las cotizaciones sociales; el establecimiento de un marco de financiación serio, coherente y a medio plazo para el sector público; la desaceleración de los factores contribuyentes a la inflación no ligados a los salarios (artículos alimenticios, márgenes de beneficios); la disminución de los tipos de interés, situados ahora en niveles desorbitados, son piezas básicas de dicha política. Sólo en un contexto similar cobra su plena utilidad el ANE, en la medida que implica un marco moderador de un componente básico de los costes. Los niveles de demanda y de actividad tienen tanta trascendencia en la determinación del empleo como el componente salarial, y este dato habrá de tenerse en cuenta en las políticas económicas y sindicales futuras. La estrategia del ANE debe mantenerse, pero sólo en un contexto global más coherente que el que ha dominado el primer año del ANE.

Julio Rodríguez es economista y militante del PSOE.

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