Verstrynge
Dice que dicen que Fraga tiene tres mil millones de los bancos para ganar las elecciones, dicen que Oscar Alzaga tiene los marcos fuertes de la Fundación Adenauer, dicen que Fraga tiene a Oscar Aliaga. Dicen.
Pero la primera controversia entre Fraga y su aprendiz de meiga, o sea. Verstrynge, ha surgido ya. Y a propósito de Franco. Fraga está llenando de franquistas históricos (todos los franquistas son históricos, como todos los perversos son poliformos) su mayoría natural y su partido, que a estas alturas de la Liga es ya una tetrateral. Y ése es el socio que le cuesta a Verstrynge dar de alta: Franco. Porque se puede ser muy de derechas entre los veinte y los treinta años, se puede ser el adolescente disputado de Lindsay Kemp, que es lo que va pareciendo Jorge Verstrynge, pero lo que no se puede ya, en este fin de siglo, cuando uno tiene proyectada su vida para el año 2000, es aspirar a Consejero Nacional del Movimiento. A eso no aspira ni Emilio Romero. Fraga es que tiene cogido mucho vicio con la maña de que todos los referendos (como escribe y castellaniza este periódico) los gane Franco. Es una cosa generacional. Alguna vez he escrito que Franco/Fraga ha habido siempre, que son un modelo de señor español, una cristalización, un maniquí/Simago, talla Imperio, que nada tiene que ver con los famosos almacenes. Pues bien, el reverso de esa verdad es que franquista de Franco sólo se puede ser de los jóvenes vírgenes para arriba. La derecha de hoy va a otra cosa y la ultraderecha épica de Triumph descapotable ni sabe a lo que va. Fraga, que da por hecha y monolítica, berroqueña, la mayoría natural, tiene el muñeco montado dentro de casa, con la controversia antifranquista de Verstrynge, que no es sino la primera piedra de una lapidación posible y general: ni Antonio Garrigues, que profesa en Wall Street, ni Landelino Lavilla, el Rolling de Dios, que profesa en Mateo Inurria, van a ponerse ahora la gorrita de flechas para recibir a Eva Perón. Fraga tiene a Verstrynge, su aprendiz de meiga, a régimen de largar poco, como el doctor Olaizola me tiene a mí por la cosa amigdalítica. En la tetrateral se quiere hacer una cosa aportuguesada (el viejo sueño del Bloque Ibérico/Franco-Salazar), porque se considera, paralelamente, que el socialismo de Felipe liga bien con el socialismo manuelino del Alentejo.
Desde el Bansander a mis queridos caraqueños, desde las ondas COPE de la Iglesia (el señor Hertz con escapulario) hasta el popularcatolicismo, desde el liberalismo de Sotogrande a la melomanía de Calvo-Sotelo, la consigna y la convergencia es darle el alto quién vive al PSOE y, si es posible, matarlo de elecciones y computadoras a la puerta de su casa de Santa Engracia. Pero, dentro de este mogollón o gran paquete de la derecha, como le gusta decir a Francisco Fernández-Ordóñez, Jorge Verstrynge, por ser el más joven y cercano, ha dado ya el cante, el primer grito, como la primera escisión de esa mayoría natural tan artificial.
—Conservadores, sí. De derechas, sí. Capitalistas, sí. Franquistas, ojo, no.
Esta es la reticencia que corre del ping/pong de Antonio-Garrigues al ensayismo político de Herrero de Miñón. Y aquí podría uno hacer todo un dossier Fraga, ahora que estamos con las Malvinas de los dossieres, pero uno no hace dossieres, sino artículos. Y la verdad interior de Fraga, su verdad histórica, vivencial, existencial, visceral, es que Fraga sólo sabe vender franquismo aperturista, y lo venderá siempre, como se escribe siempre el mismo libro, y como franquismo/antifranquismo han vendido varias generaciones, de Fraga para arriba: comediógrafos, poetas, novelistas, políticos.
En la vida no da tiempo a tener más de tres o cuatro ideas, y la mayoría nos pasamos con una. En Fraga ni siquiera es una idea, sino una fijación: el presidencialismo. Fraga realizará siempre el modelo Franco-de-paisano. Todavía es tiempo de que lo sepan sus tetralaterales.
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