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La caída de Haig

La forma en que fue aceptada el 25 de junio la dimisión de Alexander Haig refleja, sin ninguna duda, un endurecimiento de la política exterior americana, en particular con respecto a los aliados europeos de Estados Unidos.Con apariencias de halcón y pese a su retórica a veces marcial, Haig ejercia una influencia moderadora en la formulación de la diplomacia de Washington. Como comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN entre 1974 y 1979, el general Haig había percibido la complejidad de la situación europea, y poco a poco comprendió que ciertos lazos, sobre todo comerciales, creados con Moscú, no comprometían forzosamente la solidaridad occidental.

La marcha del secretario de Estado, muchas veces anunciada por sus malas relaciones con el pequeño grupo de consejeros íntimos del presidente, debe interpretarse como una victoria de los elementos más conservadores y más ideológicos de la Administración Reagan. ( ... )

La afirmación de Mauroy, según la cual entrar en una lógica de bloqueo económico es entrar en una lógica de guerra, no es aceptable a los ojos de esos dirigentes; para ellos, todo el Occidente está en conflicto permanente con la Unión Soviética y su supervivecia depende de su determinación en no dar arma alguna al adversario. ( ... )

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Hay otra región del mundo en donde el cambio operado en el Departamento de Estado se percibe con ansiedad. Paloma en sus relaciones con el Este, Haig era un halcón en la crisis libanesa. ( ... )

Ha terminado, tal vez, el apoyo casi incondicional al Estado hebreo por parte de Washington.

28 de junio

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