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Nueva oleada de subidas de precios en productos de primera necesidad a partir de esta semana

Las subidas de precios solicitadas para productos de primera necesidad -pan, azúcar, aceite, agua y quizá gasolina- pasarán a estudio y eventual aprobación del Gobierno en los próximos días y semanas. Como ya había quedado para julio alguna otra revisión, y el inicio de curso traerá las habituales en colegios y tasas académicas, la tendencia aceleradora de la inflación puede ser reforzada así con dos o tres puntos más en el índice de precios al consumo. Un índice que, según todos los pronósticos, habrá ya superado en este primer semestre, que termina pasado mañana, el 6,09% a partir del cual hay revisión salarial.

Tras la reciente aplicación de nuevas tarifas de asistencia sanitaria privada, el Gobierno había dejado autorizadas para julio las tarifas aéreas nacionales, que subirán un 12% de media, con una banda de más o menos dos puntos, en función de la longitud de los vuelos. Otros expedientes presentados quedarán, según fuentes de la Administración, para después de verano, como los seguros voluntario y obligatorio de automóviles y los productos farmacéuticos, a los que se unirán previsiblemente los de enseñanza y libros de texto.

El inicio del estudio de nuevos precios para los citados productos básicos está previsto en la reunión de la Comisión Delega da del Gobierno para Asuntos Económicos, que ha sido convocada para el miércoles en el edificio del Congreso, con el fin de que los ministros puedan asistir a las votaciones del pleno. Los reunidos conocerán para entonces el índice de precios al consumo de mayo, que se espera superior al 0,5% del año pasado. Desde finales de abril sólo faltan 0,9 puntos para la revisión salarial pactada en el Acuerdo Nacional de Empleo (véase EL PAIS de 21 de mayo y dos de junio pasados).

Precio y peso

Según fuentes fiables de la Administración, pan y azúcar serán los primeros precios autorizados. Las subidas pedidas por los respectivos sectores de producción rondaban el 17% y el 22%. No obstante, en su informe, preceptivo pero no vinculante, la Junta Superior de Precios ha rebajado tales pretensiones casi a la mitad. El Gobierno probablemente se inclinará por un incremento cercano al 10% para el pan (es decir, unas siete ó 7,50 pesetas kilo) y del 11 % o 12% para el azúcar (de ocho a diez pesetas kilo).

En el caso del pan, la elevación tendrá carácter de marco máximo. Actuará como indicador para que el Gobierno Civil de cada provincia autorice posteriormente el precio por barras y otros formatos, en función de los precios de mano de obra, combustible, harina panificable y otros. Los industriales panaderos suelen tratar de forzar el máximo, pues en los últimos años la vigilancia del peso es más estricta. A principios de los setenta, los de Madrid llegaron a ser autorizados por una circular confidencial a modificar los pesos, como compensación al menor alza oficial de precios, según han revelado varios de ellos.

La siguiente subida, cuyo expediente es ultimado en estos momentos, será la del aceite de girasol, que empuja inexorablemente al alza los precios del de soja y oliva, aplicando un multiplicador próximo al 1,3. También puede tener otro ajuste el agua, que en Madrid subió parcialmente 2,5 pesetas el metro cúbico a finales de mayo. En este incremento se tuvo en cuenta la necesidad de equilibrio económico en la explotación del Canal de Isabel II, pero no la de revisar el canon destinado al Plan de Saneamiento Integral, cuya comisión de seguimiento pidió un aumento de 4,38 pesetas por metro cúbico (1,49 por 1981 y 2,90 por 1982) p ara este año y 1983.

De todas formas, la posible subida que más expectación suscita es la de los precios de productos energéticos, destinada a compensar la erosión de los ingresos fiscales con motivo del mayor coste del petróleo que supone la depreciación de la peseta respecto al dólar (véase EL PAIS de los días 10 y 20 de junio).

En anteriores ocasiones, los ministerios que defendían la subida ardientemente eran Hacienda e Industria y Energía. El primero, para asegurarse mayores ingresos fiscales (Hacienda espera obtener este año del petróleo y derivados cerca de 200.000 millones de pesetas, la quinta parte que por renta y sus retenciones); el otro, para aplicar la prometida política de precios realistas de la energía, exigida por el aumento de excedentes y las fuertes inversiones del sector.

Ha sido tal el interés conjunto en los últimos años que medios de otros ministerios llamaban a algunos funcionarios de Hacienda e Industria los mozárabes (los cristianos que convivieron con los árabes en España), por agarrarse con fuerza a las subidas exteriores para conseguir más ingresos y excedentes. Sin embargo, ahora Industria no termina de ver conveniente la subida.

La opinión todavía dominante en Industria, que coincide con la recogida en otros Ministerios, excepto en Hacienda, es que la revisión de precios energéticos provocaría una nueva tanda de subidas en electricidad, transportes y otros sectores inducidos, como suele ocurrir y ocurrió por última vez hace un año.

El telón inflacionario

Ciertamente, una segunda revisión de precios energéticos, aunque paliara algo el déficit público al incrementar los ingresos fiscales, echaría al menos un punto más sobre el índice de precios al consumo del segundo semestre. Y el horno, según medios de la Administración, no está para bollos, pues, a lo largo de este año se mantienen, incluso acentuados, los tres focos principales de aceleración del índice aparecidos ya en el segundo semestre del año pasado: la mala cosecha agrícola, que ha elevado el precio de productos cárnicos, patata y frutas y hortalizas; los incrementos del sector servicios, que el año pasado llegaron al 15,6 (1,2 puntos por encima del índice general), y las tensiones monetarias, únicas a las alegrías de algunos gastos y precios con motivo del Mundial de fútbol.

Este punto adicional de los productos energéticos se sumaría a los efectos de las revisiones de precios citadas anteriormente, que supondrían otro punto más entre pan, azúcar y aceite. Si se cuentan, además, las otras subidas posteriores sometidas a régimen de autorización (también la leche y productos lácteos se revisan en septiembre y enero), así como las otras que se registran normalmente sin gran trascendencia pública por estar en régimen de libertad de precios, el horizonte inflacionario de final de año es difícil que escape al 14% o 15%).

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