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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Polvorín en Oriente Próximo

EL VIOLENTO golpe de mano de Israel en Líbano -una agresión, aunque en Washington tenga otra acogida, otro peso, otra medida que la de la Junta argentina en las Malvinas- tiene unos objetivos militares y políticos precisos y limitados: en este momento están comprometidos y pueden exigir una ampliación de la guerra cuyos resultados se escapan ya de las manos. Beguin ha decidido romper todos los esquemas de negociación, todas las hipótesis de trabajo y todas las bases de acuerdo que consistían en la preservación de los palestinos y un establecimiento nacional que permitiera su existencia en condiciones relativamente humanas. Beguin ha pretendido un exterminio. La blitzkrieg no ha ahorrado vidas humanas; podría decirse que era uno de sus objetivos, el de exhibir una enorme capacidad de matar para forzar unas soluciones, una forma de terror de Estado que Beguin, terrorista en su juventud con la Irgun Zvai Leumi, no puede ahora tener vacilaciones en emplear, y si entonces trabajaba para la creación de su patria, lo hace ahora con la justificación de mantener su seguridad. El plan consiste en que su intervención en Líbano esté secundada por las fuerzas de las Falanges Cristianas -lo está-; que éstas llegen a gobernar en el país y que las tropas sirias -que están cumpliendo en Líbano un mandato de la Liga Arabe, pero que no dejan de representar los intereses de su propio país- se vayan. El nuevo Gobierno libanés ejercería su soberanía de forma que los sirios tuvieran que evacuar el país; que los palestinos fueran desarmados, y los sobrevivientes, expulsados, y que sobre estas bases negociase con Israel su retiradá, dejando detrás una tierra limpia y desmilitarizada, neutralizada. En ello se mezcla, naturalmente, la guerra civil. Las Falanges Cristianas representan una derecha que defiende sus privilegios económicos y su permanencia en el poder; los musulmanes, una forma de izquierda. La nueva situación mantendría desarmada y sometida a la ppblación musulmana, que forma un todo con los palestinos. Y la OLP dejaría de tener la fuerza internacional que tiene hoy.El proyecto no se ha cumplido, todavía, de la forma prevista. Estaba calculado que la llegada a las puertas de Beirut el cerco de palestinos y musulmanes libaneses en una zona limitada de la ciudad quedase consumado y las tropas sirias no entrasen en combate y aceptasen el alto el fuego. En un principio parecía que Líbano quedaría dividido en tres sectores: el de ocupación de los israelíes, en el Sur -donde reina el caballero de la guerra Haddad, colaborador de Israel, con un ejército feudal-; un nuevo Gobierno cristiano, con la colaboración de otras fuerzas, en el centro, y los sirios, en el Este. El paso inmediato sería el de que ese Gobierno negociase la evacuación de sirios y de israelíes, sobre la cabeza de los palestinos.

España propuso en el Consejo de Seguridad el alto el fuego y se encontró con la oposición de Estados Unidos; todavía las fuerzas de Israel no habían llegado al lugar oportuno. Cuando llegó el momento fue el propio Reagan quien hizo la propuesta, y fue convenientemente aceptada ya por Israel. Sin embargo, los resultados buscados no se habían producido. No sólo no es fácil formar el "Gobierno de salvación nacional"; los palestinos, atónitos y desprevenidos en el primer momento, y poco seguros de sí mismos y de la ayuda de los demás, han reaccionado y continúan ejerciendo resistencia a la evacuación; los sirios se mantienen "en defensa de la autoridad legítima de Líbano y de las fuerzas libanesas y palestinas", dice Damasco, "a petición del poder legal libanés y en aplicación de la autoridad legítima de este país". Israel no ha podido contenerse, en esta situación, en los límites del alto el fuego: continúa sus bombardeos, sus ataques, sus presiones y la multiplicación de las fuerzas de ocupación. Tiene aún cuidado de no entrar en combate directo con los sirios, aunque los amenaza; si se enfrenta con ellos, los límites de su acción podrían extenderse fuera de Líbano a la misma Siria. La cual, a su vez, está comenzando a ser fortalecida por otras naciones. Irán pretende atravesar el territorio iraquí para extender su guerra santa a Líbano; podría ocurrir que el propio ,Iraq, su todavía enemigo de guerra, colaborase en esta empresa. Arabia Saudí, Jordania, Egipto (el nuevo rey de Arabia Saudí se ha apresurado a visitar El Cairo) vacilan: tienen sus propios palestinos, tienen un pueblo iluminado por la guerra santa y no querrían ser pasto de revoluciones. El frente de rechazo prepara también sus intervenciones. Pero la verdad es que todos estos fulgores no son todavía llamaradas. No deja de ser significativala presencia de nuevas unidades de guerra soviéticas en el Mediterráneo ni la visita de una importante delegación militar soviética a Damasco: hay rumores de que entrela URSS y Siría hay ya un continuo puente aéreo que transporta armas y municiones.

El cálculo de Beguin, que está ahora en Estados Unidos y que se entrevista con Reagan, es el de que finalmente nadie va a entrar en una guerra por los palestinos, y los dirigentes árabes tienen todavía el control de sus poblaciones. Puede ser un cálculo muy real, pero si se equivoca el resultado podría ser catastrófico. Todo el oriente árabe es un polvorín, y lo que ha introducido en él la agresión de Israel es algo más que un chispazo.

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