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Posible 'guerra comercial' entre Estados Unidos y Europa por la siderurgia y la agricultura

Soledad Gallego-Díaz

La decisión norteamericana de imponer derechos aduaneros compensatorios a las exportaciones europeas de acero, decisión adoptada una semana escasa después de la cumbre industrial de Versanes, puede' constituir un grave paso hacia una guerra comercial transatlántica, que tendría por escenario no sólo la siderurgia, sino también la agricultura. Europeos y americanos ardan sus armas cara a la reunión ministerial del GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio), prevista para el mes de noviembre y que constituirá el primer encuentro occidental al más alto nivel sobre problemas de comercio desde 1973.

El análisis de sir Roy Denman, alto funcionario de la Comunidad Económica Europea -"este año podemos hacer frente a una de las fases más brutales y duras en las relaciones comerciales y políticas con Estados Unidos desde el final de la segunda guerra mundial"-, puede revelarse cierto. Por lo pronto, en medios comunitarios se afirma que el propio Denman puede ser nombrado representante de la CEE en Washington para sustituir al actual embajador, Kergolay, juzgado demasiado blando.

Los dos frentes esenciales en los que chocan los intereses económicos europeos y norteamericanos son la siderurgia y la agricultura, ambos sectores vitales para la economía de los dos bloques comerciales más importantes del planeta.

La reestructuración siderúrgica

La siderurgia es un sector en crisis que ha gerterado un aumento del paro muy importante en Europa. Los diez se han impuesto voluntariamente un duro plan de reestructuracíón que supone, teóricamente, prohibir toda ayuda estatal que no esté encaminada a reducir capacidades de producción y mejorar el nivel de competencia. Las ayudas deberán finalizar, por otra parte, en 1985. Pero Estados Unidos ha considerado -de acuerdo con las exigencias de los propios productores norteamericaños- que dichas ayudas constituían una clara subvención a la exportación, contraria a las reglas del GATT, que es una especie de carta magna para proteger el librecambísmo y evitar el proteccionismo.

Washington ofreció a la CEE un arreglo leonino: los diez debían autolimitar sus exportaciones de acero al mercado norteamericano a 4,5 millones de toneladas, es decir, el 4,3% del consumo interior norteamericano, lo que suponía una reducción drástica en relación con las exportaciones realizadas por los europeos en 1981: 6,4 millones de toneladas. La respuesta comunitaria fue una negativa tajante, seguida por la ruptura de las conversaciones y la imposición unilateral por parte de Estados Unidos de derechos aduaneros compensatorios, que van desde un 40% en el caso del acero británico producido en empresas nacionalizadas, a un 20% para el belga y sólo un 1 % escaso para el de la República Federal de Alernania. Las consecuencias pueden ser desastrosas a nivel de empleo y miles de trabajadores europeos pueden perder sus empleos.

"En el momento preciso en el que la comunidad intenta aumentar su capacidad competitiva y sus rendimientos, Júpiter lanza sus ra yos contra nosotros", afirmó el vizconde Etienne Davignon, responsable de la Comisión Europea para cuestiones de la siderurgia "Las medidas norteamericanas suponen una interpretación unilate ral de las reglas del GATT que ningún país puede, aceptar", afla dió el experto belga. Davignon se negó a utilizar la expresión guerra comercial y aseguró que en el próximo Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de los diez, previsto para el 21-22 de este me de junio, los -europeos no adoptarían represalias a nivel de agricultura.

La piedra de toque agrícola

Pero, aunque nadie quiera adelantar sus peones en este momen to, todo el mundo sabe que eu ropeos y norteamericanos se han lanzado ya a una furiosa batalla por los mercados agrícolas. "El mundo no es suficientemente grande para permitirnos a los dos CEE y Estados Unidos, funcionar juntos en el campo agrícola", afirmó tranquilamente, el pasado mes de abril, Richard Lyng, secretario adjunto para la Agricultura de Norteamérica. La trinchera norte americana, de donde parten sus ataques contra la CEE, es profunda. Nada menos que un ataque global contra la Política Agrícola Común (PAC). Los diez -dicen los norte americanos- practican el dumping y nos arrebatan mercados porque sus productos agrícolas están claramente subvencionados. La pérdida de esos mercados terceros hace que los agricultores americanos sufran un descenso importante en sus ingresos reales, el más importante, afirman, desde los años treinta. Las exportacio nes agrícolas norteamericanas, añaden, bajarán este año, por primera vez desde finales de los sesenta. La importancia política de la furia de los agricultores norte americanos es enorme: ellos pueden aupar o hundir a un presidente. Además, el propio secretario para la Agricultura, John Block, ha definido claramente los intereses políticos de su país en ese sector mundial: la agricultura, dijo recientemente, es un arma de mayor importancia que la nuclear. Las bombas no se pueden utilizar, pero el control de las exportaciones agrícolas y la dependencia alimenticia de ciertos países de nuestra propia agricultura es un ele mento dinámico, de fácil utilización.

Los europeos se niegan a revisar toda su Política Agrícola Común bajo la presión de Washington, y alegan que, al fin y al cabo, las exportaciones agrícolas norteamericanas a Europa han aumentado formidablemente de 1975 (6.000 millones de dólares) a 1980 (9.200 millones) y que el balance del comercio agrícola estadounidense es positivo en más de 7.000 millones de dólares. Ese aumento espectacular se debe, entre otros motivos, según la CEE, al incremento enorme de las exportaciones norteamericanas de granos y semillas destinados a la alimentación animal, que ha pasado de 700.000 toneladas, en. 1974, a 2.700.000, en 198 1. Los diez pretenden que en la sesión ministerial del GATT se revise el estado de estas exportaciones, que se efectúan actualmente sin ninguna tasa aduanera, como consecuencia de la llamada ronda Kennedy, en 1960. La respuesta de Block fue inmediata: "Estados Unidos no consentirá que los europeos restrinjan nuestras exportaciones de grano y semillas. Es una acción hostil por parte de la CEE", añadió, "y no estamos dispuestos siquiera a discutirlo. No es negociable".

La partida que se juega entre Europa y Estados Unidos no es sólo un tema que afecte a los diez. España está afectada de lleno porque la política de semillas y grasas de Estados Unidos entra en colisión directamente con nuestros intereses con respecto al aceite de oliva y sobre los agrios. Los norteamericanos han denunciado también ante el GATT los acuerdos de la CEE con países mediterráneos para la compra de naranjas, mandarinas y limones que, según ellos, perjudica a las exportaciones de California.

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