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Tras la 'cumbre' de la OTAN

La influencia de sus aliados europeos ha 'dulcificado' a Estados Unidos

Soledad Gallego-Díaz

La Declaración de Bonn, aprobada el pasado jueves por los jefes de Estado y de Gobierno de los dieciséis países miembros de la Alianza Atlántica, supone un alto en la curva de tensiones y enfrentamientos entre el Este y el Oeste, que no dejaban de ascender desde los últimos tiempos de la presidencia de Carter y los primeros meses del mandato de Ronald Reagan. Así lo estiman la mayor parte de los analistas en temas atlánticos, que subrayan la mayor flexibilidad del comunicado de la supercumbre de la OTAN y resaltan que la política de Estados Unidos ha sufrido una beneficiosa dulcificación gracias a la influencia de sus aliados europeos, sin por ello perder firmeza en los temas esenciales.Preparación intensa

La supercumbre, que exigió una preparación especialmente intensa en los últimos seis meses, fue presentada por el secretario general de la Alianza, Joseph Luns, como la ocasión que daría origen a una nueva etapa en las relaciones interaliadas y a una nueva etapa en las relaciones Este-Oeste.

Posiblemente sea en el primer aspecto en el que los resultados serán visibles más rápidamente. Los europeos desean que Estados Unidos recobre su imagen de "defensor de la democracia y de la paz" y pondrán todos los medios a su alcance para esta operación publicitaria, que Washington acogerá con agrado. Puertas para adentro, las tensiones interaliadas pueden decrecer si Norteamérica respeta su compromiso, reiterado por Reagan en Bonn, de informar estrechamente a sus aliados y de proceder a consultas más estrechas no sólo en temas relacionados directamente con el área geográfica de la OTAN, sino también con temas exteriores. De hecho, la creación de comités permanentes dedicados a seguir en permanencia los acontecimientos en zonas calientes interesa a Estados Unidos, porque en la práctica supone una mayor vinculación de Europa con las actividades norteamericanas en cualquier parte del mundo. En el segundo aspecto, relaciones Este-Oeste, el documento aprobado en Bonn -una declaración de grandes principios-, contiene escasos elementos nuevos en relación con la doctrina de la OTAN elaborada a finales de los sesenta. Sin mencionar explícitamente el informe Harmel, publicado en 1968, el texto de Bonn recoge prácticamente todos los elementos de la doctrina elaborada por el ex ministro de Asuntos Exteriores belga Pierre Harmel con motivo de otra cumbre, la de Islandia.Escasas novedades

Las novedades son escasas, pero algunas pueden ser importantes. A cambio de recoger ampliamente la teoría Harmel sobre la distensión como objetivo fundamental de la OTAN -exigencia formulada por la República Federal de Alemania- y de incluir dos párrafos -también exigidos por Francia y los países nórdicos- sobre el compromiso de Occidente de defender el no alineamiento y luchar contra la pobreza y el hambre en el mundo, causa de inestabilidad desde un punto de vista de seguridad, Estados unidos ha incluido un. adjetivo, distensión auténtica, cuyo valor no podrá ser calibrado hasta la próxima crisis aguida con el Este.

Nadie define exactamente el alcance de una auténtica distensión, pero Washington ya ha afirmado que cuando no lo sea sus aliados coordinarán sus esfuerzos para, a través de su política comercial y financiera con respecto a la Unión Soviética, presionar sobre Moscú. Reagan vuelve a Estados Unidos con la promesa europea de "actuar con extrema prudencia" en el campo de las relaciones comerciales con el Este, lo que no constituye un,-, gran victoria, pero sí "un paso importante" en la política de largo alcance prevista por la Casa Blanca. Los europeos, sometidos a una presión formidable por parte de su principal aliado, mantienen su trinchera -las relaciones comerciales, consideradas como elemento de estabilidad entre los bloques-, pero sus posiciones se han debilitado.

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